Un drama en el Hospital Civil

La pregunta sorprende a una de mis amigas:

-Como madre de familia que eres, ¿qué se siente perder a una hija o un hijo por presunta negligencia médica?

-Pues una pone la confianza en los profesionales de la medicina, confía en sus capacidades, pero al llegar a un hospital público no hay garantía de nada. Perder a una hija o hijo es un dolor inexplicable que jamás desaparece. Sólo se aprende a vivir con la pérdida y sobrellevar el dolor-, me dijo.

-A la amiga le explicaba el caso de una madre con 38 semanas de embarazo, quien ingresó a las 4 de la madrugada del lunes 6 de marzo al Hospital Civil, luego de ser referida por el CESSA de San Jacinto Amilpas con un diagnóstico de preeclampsia.

A las 8 de la mañana los familiares solicitaron informes al personal médico, pero hasta las 11:00 horas les informaron que la mujer sería intervenida por cesárea porque el cordón umbilical estaba enredado en el cuello de la bebé.

Dándole seguimiento a la noticia, nuestra compañera reportera, Yadira Sosa, platicó con los familiares de la mujer hospitalizada y esto fue lo que le dijo:

“Estuvimos esperando hasta las 17:00 horas de ayer (martes) y a esa hora nos pidieron que firmáramos el alta voluntaria para llevarnos a mi cuñada porque supuestamente estaba ocupando una cama que ya no necesitaba porque ya no iba a ser cesárea sino parto natural, por lo cual deberíamos esperar a que dilatara”, señaló Minerva López, luego de afirmar que en el primer embarazo de la mujer de 32 años no se tuvo problema alguno.

Los familiares se negaron a firmar el alta voluntaria mientras que el personal administrativo les explicaba que la mujer no requería la atención médica porque se encontraba estable, pero que podría regresar si era necesario.

“Me negué a firmar y dejé a mi cuñada hospitalizada. Este martes nos llamaron en la madrugada para que acudiéramos a urgencias al cuarto piso, donde nos informan que mi cuñada estaba siendo intervenida de manera urgente porque había tenido ruptura uterina”, expuso.

López Martínez explicó que en el momento de la cirugía, la bebé ya estaba fuera del útero y ya no respiraba. “Ahora se encuentra intubada, con un catéter en el ombligo y hay pocas probabilidades de que ella viva. Varios de sus órganos están dañados por la misma ruptura uterina y el tiempo que pasó”.

Mientras, la madre de la bebé también tuvo que ser intubada y el personal médico le quitó la matriz para que pudieran detener el sangrado. Ante ello, los familiares hicieron responsables a los encargados del área médica y de Ginecología ante las consecuencias de la madre y su recién nacida, que de salvarse, tendría consecuencias renales y cerebrales.

Luego de tres horas de protesta en el Hospital Civil en la exigencia de respuestas, los familiares se trasladaron al Palacio de Gobierno para exigir la intervención del mandatario estatal, Salomón Jara Cruz. Hasta aquí el interesante trabajo de Yadira Sosa que nos ayuda a entender este problema tan preocupante.

Al día siguiente, Minerva López Martínez, tía de la bebé, demandó justicia y la intervención del gobernador Salomón Jara Cruz, al señalar que habían sido informados que la recién nacida sería desconectada este jueves del área de cuidados intensivos. Hasta el momento de redactar esta columna, ignoramos si esto ya había ocurrido.

En su momento, las autoridades de salud afirmaron que los médicos intervinieron de manera urgente y oportuna, pero los familiares de la madre y la recién nacida aseguraron todo lo contrario, al señalar que el personal se tardó en atenderlas.

Los inconformes lamentaron que la recién nacida haya sido declarada con muerte cerebral y la madre siga hospitalizada, luego de que el lunes en la madrugada acudiera al nosocomio por labor de parto.

No es primera vez que en la unidad hospitalaria “Dr. Aurelio Valdivieso”, salte un caso de presunta negligencia médica. Han ocurrido otros más, sólo que los afectados han tenido miedo de denunciarlo o simplemente, ellos entienden que la muerte de su ser querido ha sido “por la voluntad de Dios”.

El Hospital Civil es uno de los más antiguos de la entidad y con mayor demanda de pacientes, tanto de la ciudad de Oaxaca, como del interior del estado. Vienen a él también pacientes de otras entidades. La mayoría de los que ahí se atienden, son personas precarias que no tienen para las medicinas. Los familiares de éstos, duermen a las puertas de este nosocomio, a la intemperie y son socorridos la mayor parte del tiempo por personas de buen corazón que les regalan los alimentos, muchos de ellos religiosos, que aprovechan de sus circunstancias para lograr adeptos.

El Hospital Civil, como todo el sistema de salud pública en México, adolece de todo: se tiene un desabasto de analgésicos y antibióticos que familiares de pacientes deben y tienen que comprar, si tienen la esperanza de que éste se salve.

Los directores de esa unidad hospitalaria siempre han pretextado que los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) ni tienen recursos.

Tan sólo en el quinto año de gobierno de Alejandro Murat, la Auditoría Superior de la Federación detectó un quebranto por más 288 millones de pesos donde se pagaron sueldos sin respaldo documental, hubo un excedente salarial y se pagó al personal ya dado de baja. Esto ocurrió en el periodo en que estuvo al frente de los SSO, Juan Carlos Márquez Heine. Luego entonces, ¿no hubo dinero para el Hospital Civil? ¿Se prefirió pagar a los aviadores que contratar a médicos especialistas e instalar más cuartos para que más pacientes sean atendidos?

Es obvio que la corrupción estuvo enquistado en el gobierno muratista, como en otras administraciones pasadas. Sólo nos resta esperar que este gobierno, que hoy cumple 100 días, haga a un lado la corrupción y le cumpla al pueblo oaxaqueño, harto ya, del engaño y la simulación.