En los últimos años, Oaxaca ha experimentado un alarmante incremento en el número de personas diagnosticadas con diabetes, una enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo procesa el azúcar en la sangre.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, actualmente más de 200 mil oaxaqueños viven con esta condición, y cada año se suman miles de nuevos casos. Esta situación refleja no solo un problema de salud pública, sino también una profunda crisis en los hábitos alimenticios, el acceso a servicios médicos preventivos y la educación en salud.
Entre los factores que han contribuido a este crecimiento se encuentran la mala alimentación, el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad, condiciones que prevalecen en gran parte de la población.
En muchas comunidades de Oaxaca, el consumo de alimentos procesados y bebidas azucaradas ha reemplazado a la dieta tradicional rica en maíz, frutas y vegetales. Además, el acceso limitado a servicios médicos en zonas rurales y marginadas impide la detección oportuna y el seguimiento adecuado de la enfermedad.
La diabetes no solo afecta la calidad de vida de los pacientes, también genera un fuerte impacto económico en las familias y en el sistema de salud. Muchos pacientes enfrentan complicaciones como pérdida de la visión, daño renal, amputaciones o enfermedades cardiovasculares, que requieren tratamientos costosos y prolongados.
Frente a esta situación, es urgente que las autoridades de salud implementen campañas efectivas de prevención, detección temprana y educación nutricional, especialmente en comunidades vulnerables. Asimismo, se necesita fortalecer el primer nivel de atención médica y garantizar el suministro de medicamentos e insumos para el control de la enfermedad. Sin un enfoque integral y sostenido, la diabetes continuará avanzando silenciosamente, afectando a generaciones futuras y debilitando el tejido social del estado.
