Las dos palabras son contradictorias. Por anarquía se entiende la falta de autoridad, la ausencia de gobierno y consecuentemente la presencia del caos; lo oficial es lo que emana de la autoridad, la acción gubernamental, entre otras acepciones.
Ante los hechos que estamos viviendo en nuestro gran país, advertimos que la anarquía, como ausencia de autoridad, tiene su origen e incluso hasta pareciera estar alentada por el propio gobierno.
Es así como lamentablemente esas dos palabras con significados contrarios se manifiestan en nuestra realidad.
Tenemos, entre otros hechos que desafortunadamente hacen coexistir esos dos vocablos, el fenómeno del guachicol. Sabemos bien el daño tan grave que le ocasiona a la economía nacional este delito.
Los medios de comunicación informan que esta conducta ilegal se presenta cotidianamente, como que con toda seguridad puede presumirse están inmiscuidos empleados de Pemex, y los puede haber incluso de elevadas jerarquías, y no obstante esa realidad, no se sabe de la acusación formal y la determinación de responsabilidades penales en contra de algún servidor público de esa empresa, y no solo eso, sino que a quien fue su director en la administración pasada, se le nombró ahora como Director del Infonavit. Versatilidad extrema de este ingeniero agrónomo, que de atender negocios petroleros, ahora se dedicará a construir casas.
Es preocupante asimismo, que ha disminuido en más de un 20% la exportación de petróleo de manera oficial, pero en cambio se ha incrementado el guachicoleo internacional. La autoridad ausente, disimula o acaso es cómplice.
Miramos esa falta de autoridad, en la compra y ahora administración de Mexicana de Aviación, que implica costos millonarios para el Estado. Idea del anterior Presidente de la República, que se ha mantenido en la actualidad. Lo mismo puede decirse de la empresa gas bienestar, creada con la idea de repartir gas doméstico, y hasta la fecha no reporta ganancia alguna sino solamente pérdidas.
Con el mismo principio de anarquía oficial, se alentó y estuvo vigente la frase de abrazos y no balazos, que tanta sangre le ha costado al país. Con ese criminal anuncio de vitorear los abrazos, están las extorsiones a productores, comerciantes, y a muchas otras personas, que vulneran la economía y la tranquilidad que Estado tiene como obligación fundamental. Afortunadamente, a propósito de la lucha contra la delincuencia estamos viendo resultados positivos que no se vieron en la pasada administración.
Sin embargo, en las manifestaciones de profesores que tienen diferentes demandas están los trastornos viales y económicos que han provocado. Más de diez días en los que se han posesionado de la ciudad en contra de la vida y actividades habituales de los habitantes de esta ciudad.
La Presidenta de la República ha dicho que “no reprimirá”, que “no caerá en provocaciones”. Solo que esa conducta pasiva, a mi juicio, lo manifiesto con respeto, no es correcta. No es reprimir, evitar que los ciudadanos que nada tienen que ver con los problemas magisteriales se vean afectados por ese ilegal comportamiento; no es caer en provocaciones, es simplemente cumplir con el deber de garantizar una convivencia armónica y pacífica. Debe entenderse que el gobierno es el único que puede ejercer legítimamente la violencia. La doctora Sheinbaum debe manifestarse rompiendo con un pasado nefasto que quiere seguir gobernando, y cuya estela de aberraciones tendrá ella que corregir. Que sienta que contará con el apoyo popular y consciente de la mayoría nacional.
*Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.