El poder que el electorado dio el pasado 2 de junio a Morena y sus aliados, permite la instalación de régimen absoluto, hegemónico, autoritario, debilitando la incipiente democracia que ya teníamos en México. La democracia establece una serie de contrapesos y controles que permite justamente limitar al poder, dando al pueblo medios de defensa frente al estado. El poder absoluto corrompe absolutamente. Claramente el objetivo es demoler contrapesos y concentrar el poder en la figura del presidente, destruyendo las instituciones y dejando indefenso a cualquier ciudadano frente al Estado. El resurgimiento del presidencialismo y la dictadura perfecta que, aunque con otro nombre, los personajes son los mismos. La misma burra, pero revolcada dice el dicho.
Con la cantidad de diputados y senadores que contará Morena y sus aliados a partir de septiembre, el actual presidente podrá proponer y con seguridad conseguir la aprobación, sin mover una sola coma a su proyecto de reformas denominado Plan C. El paquete de reformas presentado el 5 de febrero pasado, en el marco del aniversario de la Constitución, contempló dos proyectos de cambios legales y 18 de ajustes a la Constitución, los cuales quedaron pendientes de dictaminarse en la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados.
El Plan C se presenta como una propuesta que expresa los anhelos del pueblo “bueno y sabio”, y con una campaña mediática de promoción se busca conseguir el apoyo popular. Los mercados no han mordido el anzuelo y desde principios de junio manifestaron su rechazo y desconfianza a las reformas planteadas que afectan directamente el principio de certeza jurídica, pilar de un Estado de Derecho; lo que provocó que el presidente y la presidenta electa moderaran su discurso y acciones frente al tema.
Las dos reformas que impactaron más en los mercados fueron la eliminación de órganos autónomos, así como la reforma al Poder Judicial.
La iniciativa para la “extinción de órganos con duplicidad de funciones”, implica la desaparición de instituciones como el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI); la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece); el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT); la Comisión Reguladora de Energía (CRE); la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH); el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu); y otros 18 organismos autónomos más.
La reforma que provocó más polémica es la del Poder Judicial, que comprende: La elección popular de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); la reducción del pleno de la Suprema Corte de 11 a nueve ministros; la sustitución del Consejo de la Judicatura Federal por un órgano de administración judicial y un Tribunal de Disciplina Judicial, independiente a la Suprema Corte; la prohibición a la Suprema Corte para la suspensión de leyes con efectos generales; los plazos máximos de medio año para la resolución de asuntos fiscales, y un año para asuntos penales; la renovación de todos los cargos de ministros de la Suprema Corte en 2025.
El ciudadano no se da cuenta que con las reformas queda indefenso frente al Estado en temas como cobro injusto de impuestos, contra expropiación o nacionalización de propiedad privada, comunal o ejidal, contra afectaciones a particulares por el Estado por obras o empresas públicas, contra confiscación injusta de bienes, afectación en cuentas bancarias, en la imparcialidad electoral; se dará carta abierta para despojos, congelamiento de cuentas bancaria, encarcelamientos arbitrarios de opositores y represión.
Las reformas son antidemocráticas porque le quita espacio de participación y derechos ya logrados a la ciudadanía, quedando en una relación monarca – súbdito. El principio de subsidiaridad establece tanta sociedad como sea posible y tanto gobierno como sea necesario.
De aprobarse el Plan C en septiembre próximo estaremos retrocediendo casi 90 años de avance democrático. Tardaran décadas, costara vidas y muchas injusticias tan solo regresar al, aunque imperfecto, sistema actual, que parece poco se valora.
Necesitamos ser más ciudadanos, con derechos, obligaciones y voz fuerte; y ser menos esa masa amorfa que a conveniencia algunos llaman pueblo, sin voz y fácil de manipular.
X: @aguilargvictorm