Hacer lo correcto
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Opinión

Hacer lo correcto

 


Es evidente que los cuatro Acuerdos referidos en nuestro artículo anterior, no fueron respetados, fueron tergiversados por intereses de coyuntura, por sueños personales, por falta de sentido de la historia y por irresponsabilidad.

Por las condiciones nuevas de nuestra realidad, debemos irremediablemente, reconocernos como ciudadanos mexicanos y constituidos en pueblos autónomos, fortalecer nuestras identidades, comprender quiénes somos, saber de nuestras cualidades, de nuestras potencialidades y, por qué no, de nuestros límites.

Sin este ejercicio es imposible plantear caminos, derroteros efectivos que nos conduzcan a la realización de nuestros acuerdos históricos y afrontar con eficiencia y eficacia a los nuevos problemas. Lo que es cierto, debemos hacerlo a través de un espíritu colectivo que resista y corrija las graves consecuencias de nuestro estado actual.

Prepararnos para futuras amenazas que atenten a nuestra integridad es una tarea de todos los mexicanos, principalmente de su fuerza motora y pensante. Debemos formar una sociedad crítica, que observe y reflexione, que ayude a la toma de decisiones públicas y privadas, que tome en cuenta las consecuencias a corto y largo plazo, que sea capaz de afrontar los escenarios cambiantes de nuestros tiempos.

Debemos trabajar intensamente en el nivel comunitario, por el surgimiento en él del sentido común de propósitos y de espíritu de cooperación, que necesariamente induce a niveles extraordinarios de integración, que hoy necesitamos con prontitud. Las tensiones de la polarización inducida en la actualidad, debemos saber cómo afrontarlas. Las circunstancias, como las que vivimos, debe mostrar lo mejor de nosotros y evitar el cultivo de lo peor, es esto un compromiso que se debe de asumir.

Debemos trabajar en nuestra auto transformación, grupo por grupo, comunidad por comunidad, región por región, entidad por entidad, la transformación autoritaria no debe estar en nuestra agenda. La auto transformación nos evita quedar permanentemente fijados en las condiciones actuales, nos permitirá asumir con capacidad a nuevas tareas individuales y nacionales. Un gobierno autoritario que quiere transformar desde la cúspide del poder, puede inducir a los mexicanos a toda pérdida de iniciativa, convertirlos no solo en sujetos dependientes sino a insignificante ameboidea.

Como tarea inmediata debemos de deliberar la veta de irracionalidad que ha recorrido nuestra historia, esto para evitar su repetición. Parece existir en nuestros gobernantes la predisposición crónica al error, a la maldad, a las fantasías más increíbles, a la mala conducta organizada y criminal. Desde luego, esto es evitable con inteligencia y prudencia, con apego a nuestras culturas que demostraron su grandeza organizativa y natural. Debemos de evitar a toda costa el ascenso de toda cultura deshumanizada centrada solo en el poder de destrucción de unos cuantos.

La complejidad de los problemas nacionales y de su importancia, nos obliga a plantear lo correcto y realizarlo correctamente. Lo correcto solo aparece cuando se tiene el sentido de la historia del transitar de nuestra comunidad política. Ubicarnos en el tiempo histórico para elegir el camino en forma adecuada, potenciar las virtudes de los mexicanos, aprovechar las oportunidades que se nos presentan, dejar de lado lamentaciones y culpas es un imperativo categórico.

Mientras otros definen sus tiempos, en un ejercicio de abstracciones históricas, se deben definir acciones necesarias para el bienestar común y la felicidad de los mexicanos. Las acciones para el bien común y no para sueños de grandeza personales, debe ser norma fundamental.

Hacer las acciones correctamente implica realizarlas con la optimización de los recursos financieros, de materiales, científicos y técnicos. Con la inteligencia y capacidad demostrada de los mexicanos. Con los valores éticos y morales más razonables, es decir, con honestidad, honradez, pulcritud. Con los valores colectivos que nos son propios.

La podredumbre en que se ha convertido nuestro ejercicio del poder público nos obliga a democratizar las formulaciones de las políticas públicas, nos obligan consultar a los sectores, a las poblaciones, a los pueblos y comunidades, someterlos a nuestras instituciones políticas, finalmente, su eficiente ejecución por la administración del Estado mexicano.

Esto será norma en todos los niveles de gobierno, desde la comunidad hasta la presidencia de la República. La vigilancia ciudadana del ejercicio del dinero público será una norma para todos.

 

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