Primero la diplomacia
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Opinión

Primero la diplomacia

 


El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, la trae con México. Sobre todo se ha mostrado hostil cuando se trata el asunto migrante; se ha mostrado hostil cuando se trata del tema narcotráfico y la posibilidad de un trabajo conjunto para luchar en su contra.

Se ha mostrado hostil a su propio gobierno que, desde la Casa Blanca o el Congreso, intentan contenerlo en sus ímpetus agrios como cuando sobrevigila la frontera con México, extrema las amenazas en contra de quienes crucen sin documentos hacia el estado texano.

Y sobre todo con el despliegue de boyas en el río Bravo a principios de julio, en el marco de la iniciativa de seguridad fronteriza de Abbott, conocida como ‘Operación Lone Star’.

Al reclamo del presidente mexicano por considerar esta instalación como agresiva y atentatoria a los derechos humanos de los migrantes, Abbott le contestó: que “si realmente se preocupan por la vida humana, deberían hacer su trabajo y asegurar la frontera”.

Luego el gobierno mexicano envió al gobierno de Estados Unidos dos notas diplomáticas en las que reclama que “se está violando el tratado de 1944 y el de 1970” en un asunto de límites fronterizos. No hubo respuesta al procedimiento diplomático mexicano aunque el mismo Abbott reconoció que las boyas se habían instalado en territorio mexicano y que se iban a replegar.

Y lo más reciente es el anuncio del presidente la mañana del 9 de octubre: México del envío una nota diplomática para manifestar su inconformidad contra las medidas de Greg Abbott, ‘que impiden el transporte de carga hacia Estados Unidos: “Están obstruyendo en las aduanas el paso de mercancías y el libre paso de personas, con medidas del gobierno de Texas”.

El 10 de octubre, y por presiones de comerciantes y agricultores texanos, Abbott abrió la garita para transporte de carga hacia El Paso, luego de un cierre de 22 días por “inspecciones exhaustivas” a camiones, lo que les generó “daños por 1,900 millones de dólares en las cadenas de producción”.

En mayo de 2021 el gobierno de la 4T envió una nota diplomática al gobierno de  EUA para que explique el financiamiento que da la organización “Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad” y pedía ahí mismo que se suspendiera ese financiamiento que “viene desde 2018”.

“Es algo reprobable que un grupo opositor a nuestro gobierno, que se ha dedicado a obstaculizar todas las obras que se están llevando a cabo mediante la promoción de amparos, como fue en el caso del Aeropuerto de la CDMX y el Tren Maya, se den estos financiamientos de un gobierno extranjero”, comentó en su conferencia matutina.

Y acusó en ese momento a EUA de intervención en asuntos mexicanos. Dos meses después, el presidente de México reclamó al de Estados Unidos la falta de respuesta a este procedimiento diplomático. Nada.

Una cosa son las reuniones de Alto Nivel que se dan a puerta cerrada y en las que se hacen reclamos entre ambas partes y acusaciones y amenazas de sanciones o de revelación de secretos “inconfesables”, y otra es cuando salen a las conferencias de prensa y anuncian que “nunca como antes ha habido tan buenas relaciones entre ambos países como ahora”.

Otra cosa son los hechos. Como los que demuestran la tensión entre el gobierno federal de EUA y el de México y los gobiernos estatales del sur de aquel país; muy en particular Texas o Nuevo México… Y en esto se cumple aquello que “del dicho, al hecho, hay mucho trecho”.

Porque en Estados Unidos hay un grupo cada vez mayor de gente del gobierno demócrata de Joe Biden, como congresistas demócratas y, sobre todo los republicanos, que expresan animadversión a la política del presidente mexicano hacia los grupos de narcotraficantes.

Pero eso no significa, por supuesto, que el gobierno mexicano haga lo que ellos quieren que se haga aquí: una confrontación aun mayor entre mexicanos a fin de apagar lo que ellos llaman el peligro para su seguridad nacional y su salud pública. Muy seguramente de esto hablaron en la Reunión de Alto Nivel del jueves 5 de octubre.

Esto es porque acusan que el gobierno de AMLO hace poco o nada para detener el tráfico de fentanilo hacia EUA, y poco o nada por controlar a los Cárteles de la droga, en particular el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación.

Y sin embargo ellos, por su parte, poco o nada hacen por contener el altísimo uso de la droga sintética en su territorio –que causa la muerte a quienes la consumen—y mucho menos mueven un dedo para detener el tráfico de armas provenientes de EUA y que llegan a México y paran en manos del crimen organizado y la delincuencia: lo que en gran medida genera la ola criminal que hoy vivimos en la República mexicana.

Pero esto es pan nuestro de cada día: Los estadounidenses –los duros republicanos- insisten en que debe ocurrir una intervención militar en México para detener la ola de tráfico de drogas a EUA y de paso controlar a los grupos violentos que operan en territorio mexicano y al que los estadounidenses consideran como parte de su zona de seguridad nacional. Absurdo esto.

Las diferencias, con las particularidades del momento histórico, han ocurrido desde que los dos países consiguieron su independencia. Y así será siempre.

Los gobiernos de EUA ven con desprecio a lo mexicano, en tanto que los mexicanos no olvidan lo que ha ocurrido en más de doscientos años de coexistencia.

Pero también hay que llevar la fiesta en paz y buscar el beneficio para los habitantes de cada una de las dos naciones: Con dignidad y sin fanfarronerías ni desplantes o por quedar bien con terceras partes. Para eso existe la diplomacia y el derecho internacional.

De los resultados de las reuniones de Alto Nivel, lo sabremos poco a poco en los días siguientes.