La Nueva Escuela Mexicana
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Opinión

La Nueva Escuela Mexicana

 


BRICIA YOLANDA ARAGÓN VALDIVIA

En la semana que finalizó dieron inicio las clases correspondientes al ciclo escolar 2023-2024; a lo largo y ancho del país pudimos ver cómo las calles se llenaron otra vez de niños y adolescentes que apresuraban el paso para llegar a su escuela esa mañana del 28 de agosto pasado, fecha marcada por la oficialidad para el regreso a clases de casi 24 millones de estudiantes en sus diferentes niveles.

Este año fue como los otros, con prisa, con nerviosismo, con alegría y con llantos de los más pequeños; aunque lo diferente fue la polémica que de manera previa se registró en torno a los libros de texto gratuitos; ¿inquietud y preocupación de los padres de familia? Sí, aunque no todos; ¿opiniones en contra? Sí, muchas; ¿opiniones a favor? Sí, aunque las menos.

Este ciclo escolar es el primero en el que se pondrá en práctica el plan de estudios para la educación básica, la llamada Nueva Escuela Mexicana que es justamente el modelo educativo impulsado desde Palacio Nacional; aunque este proyecto de educación se aplicará sin haberse sometido a un periodo de prueba y con el rechazo, al menos, de seis entidades federativas a los libros de texto.

Y es que este plan de estudio para la educación básica se publicó en agosto de 2022 y la SEP anunció que llevaría a cabo un programa piloto en algunas escuelas del país antes de aplicarlo a nivel nacional. Sin embargo, un amparo ordenó a la dependencia detener el programa piloto. Así que el ciclo escolar 2022-2023 inició ya con un nuevo modelo educativo que no fue probado previamente, precisamente porque no hubo en su momento docentes calificados para capacitar ni presupuesto para hacerlo.

Aun así, el gobierno federal repartió 95 millones de ejemplares de los libros de texto en 26 estados incluida la capital del país. Muchas personas han accedido a los libros antes de iniciar el ciclo, ya que se generó un enlace pues en un momento se acusó la falta de transparencia en su elaboración.

¿Qué es lo inquietante en esta situación que vivimos? Señalan quienes han revisado los libros (aclaro, yo no lo he hecho) que hay errores en los contenidos, es decir errores que van desde las imprecisiones hasta las equivocaciones; éstas se solventaban y se solventan en las publicaciones serias con una fe de erratas, aunque no en los libros de texto que debieran ser puntuales y pulcros en su desarrollo, pues están destinados a formar a nuestra niñez; esto no debiera ser objeto de discusión.

Se ha señalado también que hay una ideologización en el contenido de los libros, una ideologización con tendencia hacia la izquierda, lo cual, de ser así, no sería raro, pues es la ideología con la que se identifica el actual gobierno, aunque debo aclarar que ellos llegaron a donde están protestando con la mano izquierda y extendiendo la derecha para cobrar.

El rubro de no enseñar algunas materias como matemáticas se ha señalado también como uno de los temas polémicos. En su defensa, la Secretaría de Educación Pública ha dicho que se trata de integrar conocimientos con otras materias y que los alumnos no dejarán de aprender matemáticas. Eso ya lo veremos conforme avanza el ciclo escolar. Por lo pronto, los especialistas subrayan que los temas de matemáticas presentes en los libros se quedan en el campo práctico, pues al restarle importancia a materias tan importantes como las ciencias exactas, como matemáticas, los niños van a dejar de desarrollar el pensamiento lógico-matemático porque, en el caso de las matemáticas, éstas quedan literalmente rezagadas, más bien, reducidas a su uso práctico.

Medir con exactitud el problema es difícil porque la Secretaría de Educación Pública eliminó las evaluaciones educativas. No obstante, el Banco Mundial ha estimado que la pérdida de aprendizajes en México después de la pandemia equivale, al menos, a dos años.

Existía desde antes de la pandemia un rezago educativo nacional que se profundizó más con la pandemia de covid. Hasta el día de hoy los estudiantes no han sanado esa parte en su formación académica; lo esperable era que se estableciera un período de “reajuste” para solventar las carencias educativas en todos los niveles, pero con una estrategia muy bien detallada, muy bien comprendida por los docentes para poder ir llenando esos huecos de conocimiento y habilidades que dejó el encierro y el alejamiento físico de las aulas, tanto en materias de contenido académico como en la socialización.

Hoy por hoy, no hay certeza de cómo trabajarán los docentes con los nuevos libros de texto gratuitos que acumulan dudas sobre la calidad de sus contenidos y reportan retrasos en su distribución. Aunado a que los más de 24 millones de alumnos de educación básica vuelven a las aulas con un nuevo plan de estudios que no fue probado en las escuelas y con profesores sin la capacitación necesaria para implementar el nuevo modelo educativo.

Dentro de este entramado, hay otro aspecto preocupante del nuevo plan de estudios: su afirmación de que la educación en México no prioriza formar capital humano. Es decir, no es importante tener jóvenes calificados, jóvenes talentosos, que desarrollen habilidades y capacidades que el mercado laboral necesita, pero que también tengan herramientas para encontrar mejores oportunidades y condiciones laborales.

Finalmente, el nuevo plan de estudios se aplica en primaria, preescolar y secundaria, pero no en bachillerato, lo que podría causar un desfase al ingresar a la educación media superior (preparatoria o bachillerato) y aprender ahí con otro modelo, lo que trae consigo el enorme riesgo de un incremento en la deserción escolar en ese nivel.