Regímenes políticos para la vida
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Opinión

Regímenes políticos para la vida

 


 

No nos cabe la menor duda, debe de haber un nuevo diálogo entre la naturaleza y el régimen político, las asociaciones políticas de los seres humanos, cualesquiera que sean sus orientaciones ideológicas, deberán asumir la necesidad de preservar a la naturaleza, incluso debemos de avanzar en un código de los derechos de la naturaleza.

Tenemos que plantearnos la necesidad de un nuevo régimen político, que no solo garantice el Buen Vivir o la Comunalidad de la asociación humana, sino que nos dé garantías para la conservación y reproducción óptima de la naturaleza. Entre los regímenes y la naturaleza ambos o por separado, han sufrido evolución, diversificación e inestabilidad, entonces, cómo reencontrarse en la evolución, en la diversificación y cómo hacerlo en la inestabilidad, peor aún, cómo encontrarse en el proceso en la decadencia de ambos, esta es la cuestión. Si no se resuelve este problema, el futuro está en nuestro tiempo presente.

Esto implica discutir, analizar desde las ciencias, la naturaleza del nuevo régimen político y abordar a la naturaleza desde una nueva perspectiva científica, por ejemplo, cada planeta experimenta una evolución única, pero, al mismo tiempo, todas las evoluciones van en el mismo sentido, tal como sucede con los regímenes políticos. Todas las estructuras se dirigen hacia el futuro para alcanzar grados de una mayor complejidad, que son el resultado consecuente de unas transformaciones y ramificaciones anteriores (Prigogine: 2008). Así, en los regímenes políticos se ha analizado con diversidad de enfoques, de perspectivas, de los contenidos básicos de la democracia como su propio ser, sin embargo, de lo que se trata es de garantizar su devenir. Cómo garantizar un futuro democrático ante las presencias de regímenes que lo tratan de minar.

Es obvio que, desde el origen de la democracia, con los griegos o con las asambleas comunitarias de los pueblos mesoamericanos, ha sufrido cambios sustanciales en su devenir y no sólo en su sustancia. La verdad es que se está comprendiendo mejor sobre los efectos del tiempo y de la evolución, que a la postre ha significado una adecuación más que un progreso. No podemos afirmar con exactitud hacia dónde vamos. Pero en este devenir se pueden abrir mayores posibilidades si no nos cerramos en el pensamiento y en nuestras acciones, las decisiones humanas cobran mayor relevancia en la medida que involucra a todos y no solo a algunos Estados nacionales.

Las puertas al futuro están abiertas, a pesar de nosotros mismos, debemos entender que el mundo, las sociedades y los gobiernos son un proceso, son un devenir, por eso nuestras decisiones cobran suma importancia por ello. La pregunta es si nuestra capacidad nos alcanza para modelar en sus perímetros el futuro.

Es cierto, hoy poseemos más conocimientos sobre los procesos complejos de la naturaleza, de la sociedad y de los regímenes políticos, sin olvidar nuestras responsabilidades sobre tales procesos. Nos hemos dado cuenta que ante la inmensidad del mundo, muy diverso y complejo, nos hemos vuelto chicos pero grandes en oportunidades, por una sola razón: somos muy creativos.

 El espíritu creativo produce novedad, y en eso se asemeja a la naturaleza, que, por su parte, crea novedad sin cesar, mucho se tiene que aprender de esta madre naturaleza. No podemos seguir intentando someterla porque nos condenamos con ella, al contrario, tenemos que nutrirnos de ella por sus novedades, creatividad, innovaciones y por sus procesos que mucho tenemos que aprender.

Tenemos que comunicarnos de otra manera con la naturaleza, que ella misma nos diga cómo debemos organizarnos para no seguir sometiéndola y seguir abriendo sus venas en forma lastimera. Repito, es la naturaleza la que nos debe decir cómo organizarnos. Durante muchos siglos los regímenes existieron para los cielos, para los dioses, después para los propios monarcas, para luego, intentar ser para los ciudadanos. Ahora, tiene que ser para la vida, porque eso es estar con la naturaleza.

El hombre, el hombre organizado y la naturaleza son creaciones del tiempo, por esta simple razón están ligados. Estamos ligados por el tiempo físico y por el tiempo histórico. En la medida en que tratemos de explorar el carácter irreversible del tiempo, nos acercaremos a la comprensión del orden dinámico que nos rodea y nos integra, como a todo ser vivo en una red de interacciones (Prigogine: 2008).

Lo cierto es que debemos encaminarnos a fortalecer los vínculos entre naturaleza y el hombre, que este hombre se organice a partir de este vínculo, debemos esforzarnos para ello, a pesar que puede ser incierto, como es inciertas las mutaciones de la naturaleza. Valdría la pena lograr eficaces regímenes políticos en un contexto de no destrucción de la naturaleza, apeguémonos a la creatividad de la naturaleza para alcanzar lo propio en nuestra organización política.