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Mañana cumpliría años mi mami,                                                                              a 7 meses de su partida, la herida aún duele,                                                                    pero honro su vida y su legado cada día                                                                               con todo lo que soy…

Hace ya más de tres años que el mundo entero estaba inmerso en la emergencia internacional por el covid-19; más de tres años en los que hemos visto y vivido de todo alrededor de una enfermedad que llegó para quedarse.

El pasado viernes 5 de mayo quedará como fecha histórica, pues la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció oficialmente en voz de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus el final de la pandemia de covid-19 y con ello el término de la emergencia internacional, anuncio que se dio, según el director de la OMS, ante la notable reducción de casos graves y muertes a nivel global.

Recordemos que la emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19 fue declarada el 30 de enero de 2020, haber cursado por esa experiencia nos llevó por caminos insospechados, a replantearnos el valor de la vida, a encontrar respuestas a muchas preguntas, a buscar dentro de cada uno ese diálogo pospuesto.

El más alto nivel de alerta de la organización fue declarado el 30 de enero de 2020, unas semanas después de la detección en China de los primeros casos de esta enfermedad viral respiratoria contra la cual no existía entonces ningún tratamiento específico.

En muchos países la pandemia pasó a un segundo plano. Las pruebas y la vigilancia sanitaria se redujeron drásticamente, pese a que la OMS consideró prematura esa estrategia.

Las vacunas, que aparecieron en un tiempo récord a fines de 2020, siguen siendo efectivas contra las formas más graves de la enfermedad, a pesar de las innumerables mutaciones del virus original. Sin embargo, los grupos “antivacunas” se movilizaron masivamente y arrojaron sospechas sobre la vacunación en general, apoyados por campañas de desinformación en las redes sociales; a este respecto muchas personas rechazaron la vacuna de manera voluntaria, de lo que desconozco si la OMS tenga un conteo y un seguimiento de incidencia de la enfermedad en esas personas.

Asimismo, las vacunas fueron un éxito científico innegable, en particular aquellas con ARN mensajero implementadas por primera vez, aunque monopolizadas inicialmente por los países que podían permitirse pagar por ellas un alto precio, dejando a los demás a la deriva durante meses. Es muy importante señalar que, hasta el 30 de abril pasado, se habían aplicado más de 13,300 millones de dosis de vacunas.

En más de tres años de pandemia, el covid-19 afectó por lo menos a 765 millones de personas y causó la muerte de 20 millones de personas según cifras extraoficiales, ya que la OMS sólo tiene en su balance oficial un poco menos de 7 millones de muertes, lo anterior en un corte al 3 de mayo del presente año.

Al reunirse el comité de emergencia de la OMS en el transcurso de la semana pasada, con la finalidad de analizar la situación de la pandemia, los miembros concluyeron que el covid-19 ya no es una emergencia sanitaria de alcance internacional

Pero ¿qué es lo que esto significa? Pues primero que nada levantar la situación de emergencia sanitaria por disminución significativa de casos es una señal de avance en cuanto al comportamiento del virus conjugado con los esfuerzos para contener su permanencia y avance.

Es cierto que han disminuido los casos, es cierto también que ya no hay una emergencia sanitaria como tal, lo que no quiere decir que ya no haya covid-19, pues llegó para quedarse, pero por ahora ya no representa una emergencia.

Lo que no debemos hacer es confiarnos y bajar la guardia, nos quedan hábitos como el lavado de manos constante que no deben desaparecer, tal vez me escuche paranoica, pero a nadie le hacen mal los cuidados que podamos tener, al menos yo me he enfermado menos de gripe y de afecciones respiratorias durante estos tres años y cachito que llevamos de pandemia, será el efecto del cubrebocas, de los sanitizantes, del constante lavado de manos, de la moderada cercanía, no lo sé, o será mi cuerpo que sabe que no era “prudente” enfermarse y mostrarse enferma por el rechazo que ello provoca en el entorno inmediato.

Los expertos consultados por el director general de la OMS consideraron “que era hora de pasar a una gestión a largo plazo de la pandemia de covid-19”, a pesar de las incertidumbres que subsisten sobre la evolución del virus.

Durante la pandemia, las desigualdades económicas y el acceso a la atención quedaron brutalmente expuestas, y así vimos en los espacios noticiosos largas filas de brasileños con enormes cilindros de oxígeno para salvar a un ser querido de la asfixia, así como las pilas de cadáveres en espera de ser incinerados en India, estos hechos marcaron ese período; aunque en nuestro país requiere un capítulo completo aparte por el deficiente manejo de la pandemia por parte de la autoridad, aquí también vimos y vivimos las desigualdades a la orden del día.

Y a pesar de que en muchos países la pandemia parece algo del pasado, siguen apareciendo variantes que amenazan con reiniciar la máquina infernal; lo vimos con las más recientes olas de covid en China. “El virus sigue mutando y todavía es capaz de provocar nuevas olas de contaminación y muerte”, subrayó recientemente el director de la OMS.

También llamó la atención sobre los estragos de un covid largo, que se traduce en una amplia gama de síntomas que pueden provocar algún tipo de discapacidad. Según él, una infección de cada 10 se traduce en un covid largo, lo que sugiere que cientos de millones de personas podrían necesitar cuidados a largo plazo, con un costo económico y un impacto psicológico aún imprevisibles.