¿Qué no hemos aprendido que el Covid insiste en enseñarnos?
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Opinión

¿Qué no hemos aprendido que el Covid insiste en enseñarnos?

 


Cuando parecía que como humanidad dábamos pasos adelante en la lucha contra este virus y la pandemia asoladora, es precisamente cuando el COVID resurge con su fuerza contagiosa, sus nuevas variantes y enigmas; pareciera que no nos detuvimos lo suficiente a reflexionar sobre lo que nos toca hacer desde la individualidad para repercutir en lo comunitario.

Hablar de autocuidado como herramienta de cuidado colectivo se había convertido en un tema frecuente en los últimos meses. Los medios de comunicación tradicionales, así como las redes sociales, recomendaban y difundían a cada momento: si tú te cuidas nos cuidas a todos (y todas agrego yo); adoptar las medidas de cuidado es por ti y por todos (y todas también) y demás frases por el estilo.

Desde el feminismo, una de las banderas que permanentemente se ha enarbolado para abatir las desigualdades de género es precisamente que las mujeres tengan las condiciones necesarias para cuidarse a sí mismas ante dobles y triples jornadas que recaen en las mujeres como resultado de la rígida división sexual del trabajo, los roles y estereotipos de género y la inequidad en la repartición de labores domésticas.

Luego entonces con el Covid-19 hemos visto un desproporcionado incremento de labores que de nueva cuenta las mujeres han tenido que asumir, aún en medio del desempleo o del trabajo a distancia y rodeadas o acechadas por su violentador en su propio hogar; luego entonces esa brecha de desigualdad se ha profundizado.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) estima que en México las mujeres dedican 22 horas a la semana a quehaceres domésticos y 28 horas a las labores de cuidados, lo que representa tres veces más del tiempo que dedican los hombres a estas actividades. Durante la contingencia por COVID-19 esta situación se ha agudizado.

Es pertinente tomar en cuenta, en el marco de un crecimiento inclusivo, la economía de cuidados como un acelerador del cambio estructural con igualdad, con perspectiva transversal y articuladora en las sociedades modernas, como un espacio de bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades relevantes para la existencia y reproducción de las personas.

Ante los cambios en las necesidades y formatos laborales, se incrementarán las demandas de mano de obra en sectores vinculados a la economía del cuidado, lo cual supone nuevas oportunidades de empleo siempre y cuando esas necesidades se atiendan de manera colectiva a través de mercados de empleo regulados.

En tanto, el virus SARS-CoV-2 en todas sus modalidades recorra el alfabeto griego, lo cierto es que cada persona puede empezar a adoptar medidas y acciones de autocuidado de la salud emocional, tan poco tomada en cuenta, que serán de gran utilidad para seguir en esta lucha y en el día a día.

Comparto con ustedes algunas sugerencias que me parecen apropiadas las cuales sinteticé de lo publicado en #PikaraEnPapel: Permítete expresar cómo te sientes, qué necesitas, qué te gusta y qué no, qué deseas. Tus sentimientos, necesidades, gustos y deseos son importantes; Cuida tu descanso como si fuese oro; crea y cuida una buena red social (amistades, familiares, colegas de hobbies, de estudios, del deporte, del trabajo…) Disfruta de las distintas áreas de tu vida porque todas ellas son enriquecedoras, necesarias y nos sostienen.

Darse placer cada día porque el placer nos conecta con la alegría de vivir; aprende a poner límites, a decir “no” a lo que no te va bien, pues la reacción de cada cual es responsabilidad únicamente de esa persona; permite que la colaboración ocupe un espacio central en tu vida, no solo de ti hacia los demás, sino también de los demás hacia ti y, date permiso de hablarte de manera amorosa.