Mediante falsas mentiras
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Opinión

Mediante falsas mentiras

 


Francisco Ortiz Pinchetti

Mi querido amigo y colega Guillermo Rivera Juárez, prematuramente desaparecido, se caracterizaba por su humor y por el ingenio como aplicaba o armaba frases ocurrentes para cualquier ocasión. Parecía almacenarlas en algún lugar de su mente para disponer de ellas en el momento adecuado, siempre con cara de serio pero con un dejo de ironía.
Uno de los dichos preferidos del inolvidable Memo, y que a mi particularmente me divierte, es aquel de que fulanito o zultanito de tal me engañó “mediante falsas mentiras”. Lo recuerdo ahora porque me parece que describe puntualmente lo que de manera prácticamente cotidiana hace desde el púlpito de Palacio Nacional el señor Presidente.
Emplea esa formulita para denostar y descalificar a cualquier personaje, como lo hizo este jueves con el recién nombrado Ministro presidente del Tribunal Electoral, pero sobre todo recurre a ella para “desmentir” con falsas mentiras las supuestas mentiras de los medios de comunicación que a la postre resultan que no eran mentira. ¿Se entiende?
De manera particular, parece ser esa la receta con la que a través de su nueva marioneta, Ana Elizabeth García Vilchis, se escuda en su derecho de réplica para descalificar cada miércoles informaciones, periodistas y medios que le son incómodos. Según la susodicha, que de periodista tiene lo que yo de cadete del H. Colegio Militar, se trata de “un ejercicio de transparencia en el que el Gobierno de México ejerce su derecho de réplica frente a las noticias falsas y la desinformación“.
No sólo dijo eso, sino que aseguró, con el aval por supuesto de su jefe ahí presente, que “algunas voces han señalado su preocupación porque en este espacio se ataque a medios de comunicación o periodistas y se descalifique las voces críticas y las opiniones disidentes, y queremos aclarar que esto no es verdad” (sic).
Al numerito semanal le llaman “Quién es quién en las noticias falsas”. Y ya van varias sesiones cuyo contenido es desmentido por los supuestos acusados de mentir, como ocurrió hace poco con el columnista y comentarista Julio Hernández “Astillero”, que tuvo que presentarse personalmente en una conferencia de prensa matutina para desmentir el desmentido de la desmentidora oficial.
Esta semana cayó de nuevo en nuevas pifias, al presentar en su noticiero de mentiras una nota del diario Reforma sobre el aumento de las tarifas eléctricas domésticas de alto consumo. La mujer dijo, textual, que en realidad esa noticia no era falsa, pero que ¡estaba exagerada!
Hay que reconocer que Andrés Manuel ha tenido la habilidad de confundir adrede los géneros periodísticos, de modo que se refiere a publicaciones de opinión como si fueran noticias, y viceversa. Ha logrado tal mezcolanza, que para comprobar que los medios que callaron cómplicemente durante el neoliberalismo son también sus adversarios y están coludidos con los conservadores, de los que recibían inacabables prebendas, enlista cada tiempo a los columnistas que “publican mentiras, o falsas noticias”.
Resulta sin embargo que con demasiada frecuencia, ni son noticias ni son falsas, sino opiniones de analistas o comentaristas que como tales están en su derecho de expresar su punto de vista. La confusión, insisto, no es casual: es deliberada.
Por supuesto que no pienso que el Presidente debió estudiar periodismo para tener idea de estas cuestiones. Pienso sin embargo que si él es ignorante en estas cuestiones, a pesar de su larguísima trayectoria al lado de medios y periodistas, debería contar con alguien que conozca del tema y haga el favor de orientarlo, cuando menos.
De todos modos, habrá que recordarle al mandatario como en la escuelita que en la actividad periodística existen distintos géneros. Y que los géneros periodísticos se dividen en dos grandes campos, bien diferenciados: los géneros informativos y los géneros de opinión. ¿Está claro?
Ahora bien, los géneros informativos son: la noticia, la entrevista, crónica y el reportaje. Y los géneros de opinión, el editorial, el artículo, la columna, el ensayo periodístico y la caricatura.
Las informaciones deberán estar debidamente sustentadas en hechos, entrevistas o documentos. Las opiniones, en cambio, son eso y el autor de un artículo o una columna lo que hace es analizar hechos frecuentemente a partir de una o varias noticias y emitir lo que a su buen entender quiera expresar, sin caer en difamaciones o insultos y observando por supuesto principios éticos elementales.
Así de sencillo es.
A partir de eso, debería estar claro que el “Quién es quién en las falsas noticias” es una nueva pantomima presidencial. Las informaciones falsas o erróneas pueden y deben ser aclaradas o desmentidas por el Gobierno, que está obligado a informar, mediante datos concretos que demuestren su inexactitud o falsedad. Eso es hacer uso cabal y válido del derecho de réplica.

@fopinchetti

 

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