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Tengo gratos recuerdos de alumnos de la Escuela Nacional de Maestros, amigos míos allá por los rumbos, creo recordar, de las calles de Tacuba en el Distrito Federal.

Jóvenes deportistas que jugaban Futbol Americano en la Liga Mayor con el sobrenombre de Bulldogs; yo jugaba con el equipo de Pumas y eso no obstaba para hacer amigos.

También recuerdo que el gobernador Bravo Ahuja, me dio su representación para apadrinar a una generación de alumnas de la Escuela Normal para mujeres de Tamazulápam en la Mixteca de Oaxaca; fue una noche inolvidable, bailé hasta el amanecer con muchas de aquellas bellas jóvenes que se graduaban y en ese contexto mi simpatía por el gremio ha sido constante.

Sin embargo, algo cambió repentinamente en años recientes, hace cosa de diez o quince años, cuando las normalistas pasaron de ser columna vertebral de la Educación laica y gratuita en nuestro país, a verdaderas delincuentes.

Lo digo por los constantes bloqueos a carreteras, secuestro de camiones del servicio urbano, toma de casetas de cobro en las autopistas, bloqueos a las vías del ferrocarril y otros actos de los que la prensa informa cotidianamente.

Los delitos cometidos en total impunidad son ataques a las vías generales de comunicación, robo de vehículos, insultos a las personas que se oponen a sus desmanes, daño en propiedad ajena y a veces lesiones a terceros.

Entonces me pregunto, ¿Qué sucedió? ¿Dónde está la calidad humana de las normalistas? No tengo respuesta, porque bien a bien ya como maestras están bien pagadas y gozan de todas las prestaciones de ley, de tal manera que no veo justificación para la actitud que han tomado en años recientes.

Las molestias a la ciudadanía son incontables, así como los daños a la economía regional y nacional, eso sin tomar en cuenta el ejemplo para sus futuros educandos.

Si estamos en época de cambio, ojalá modifiquen sus acciones “violentas” y regresen a la normalidad, en la seguridad en una forma o en otra que el sistema concederá sus peticiones, sin necesidad de actos violentos.

Yo también soy Pueblo.

Por allí nos encontraremos.