Entre huajes y laureles
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Opinión

Entre huajes y laureles

 


Después de la caída de dos Laureles de la India en el Zócalo de nuestra ciudad capital, pensé, es un decir, que serían sustituidos por otros árboles de la misma especie por el Ayuntamiento citadino, pero es el caso es que no fue así.

Resulta que a principio de la semana que termina, un grupo de particulares sembraron un árbol Huaje para reponer a uno de los caídos.

Es verdad que esta especie es “endémica” de los Valles Centrales, pero se encontraba virtualmente “extinguida” o al menos así parecía.

También es cierto que el nombre de Oaxaca, viene precisamente del nombre del árbol Huaje, es decir Huaxyacac para devenir semánticamente en  Oaxaca.

Así mismo, en la Toponimia de nuestra región, es decir en el jeroglífico original, se puede ver una suerte de rostro que en la zona de la nariz tiene un árbol, y se sabe que este signo quiere decir: “En la nariz del Huaje”.

En el Escudo de armas actual de nuestra Entidad Federativa,  podemos ver además del perfil de un edificio de Mitla, del escudo de Santo Domingo, de unos brazos rompiendo unas cadenas y del “apotegma” de Juárez “El respeto al Derecho Ajeno es la Paz”, precisamente la Toponimia que refiero.

En ese contexto, la siembra de un Huaje en el Zócalo, no puede ser criticada en cuanto a devolver a la especie el lugar que le corresponde, pero desde luego también es cierto que el Laurel de la India desde hace cosa de cien años y por su belleza y frondosidad, se volvió característico de nuestra ciudad, al grado que es admirado por habitantes y turistas, amén que existen por toda la ciudad y nos dan una suerte de personalidad muy admirada.

Cuando tuve la oportunidad como miembro del Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, ordené sembrar decenas de laureles que aún se conservan, y lo hice siguiendo el ejemplo del Ingeniero Norberto Aguirre Palancares, Secretario General de Gobierno en el sexenio de Pérez Gasga, que sembró un par de laureles en el Zócalo, y también según la tradición de Monte Albán, que asegura que el Laurel que existe a la entrada de esa zona arqueológica fue sembrado por Don Lázaro Cárdenas del Río.

La crítica no es a los sembradores, sino a la autoridad local que no repuso el árbol caído a tiempo.

Por lo demás, hay que esperar que el Huaje crezca para compararlo con los laureles que están en pie.

 

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