¿Es un fracaso la educación en línea?
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¿Es un fracaso la educación en línea?

 


La emergencia dio pie a la improvisación porque no había de otra, y la improvisación que se está haciendo para continuar dando clases no puede llamarse “educación en línea”. No, no se froten las manos los detractores de esta modalidad de educación porque lo que hoy se está haciendo es únicamente dar la clase por video conferencia: El profesor desde su casa u oficina le dicta a los alumnos su clase y les manda textos para que lean y hagan tareas. Aunque también hay que reconocer el esfuerzo que están haciendo quienes se esmeran por cumplir con sus alumnos por medio de teleconferencias, están dando lo mejor de ellos, sin duda.

La modalidad en línea son plataformas tecnológicas que ofrecen muchísimas herramientas y recursos pedagógicos que distan de solo limitarse a la entrega de textos de lectura. El grado de avance incluye el uso de la inteligencia artificial.

En la búsqueda de más información sobre las tecnologías disponibles, posibilidades y limitaciones para los estudios por internet contacté en Guadalajara al Dr. Daniel Castellanos Reynoso, rector de UNIVES, una universidad especializada en ofrecer estudios virtuales. Para mayor orgullo es un oaxaqueño que ha podido destacar en Jalisco y el norte del país en la implementación de pedagogías a distancias y, como dice el refrán, no ha podido ser profeta en su tierra por la corrupción y politización del IEEPO, además de la ideologizada cúpula magisterial. Para ambos es más importante el moche que la capacitación de profesores y la educación de los niños.

Los maestros actuales no están capacitados para dar clases en línea porque, desde el punto de vista del doctor Castellanos, muchos de ellos se sienten obsoletos por su carencia de cultura digital. En sus palabras, “no pueden enseñar lo que no conocen y no han vivido”.

Los estudios a distancia son una necesidad y por ello surgieron, no son moda ni capricho. Normalmente aprovechan esta modalidad quienes no pueden asistir a tomar clases presenciales en alguna institución. Puede ser la edad, el trabajo, una enfermedad o cualquier otra situación personal.

Este tipo de estudios tiene sus propias características y es importante aclarar que no es recomendable para todos los estudiantes, al menos por el momento, señala Castellanos Reynoso. Contrario a lo que piensa la mayoría, estudiar en esta modalidad es más difícil, sobre todo porque la responsabilidad recae en el estudiante más que en el maestro. Carecer de habilidades digitales y de organización, así como la falta de disciplina también son motivos para no estudiar a distancia. Por supuesto que, si el estudiante es de los que necesitan que todo el tiempo esté alguien detrás obligándolo a hacer las cosas, tampoco. A los que les encanta procrastinar, se desmotivan con facilidad y creen que la escuela solo es para socializar tampoco les sirve. Los estudiantes que eligen esta forma de estudios normalmente tienen cierto perfil de madurez y estabilidad superior a otros compañeros y, sobre todo, no crean falsas expectativas.

Implementar clases en línea conlleva mucho trabajo multidisciplinario previo. Intervienen pedagogos, psicólogos, dibujantes, diseñadores gráficos, realizadores de videos y especialistas en diferentes ramas de las ciencias. Desarrollar una materia o una carrera para implementarla en línea requiere dos cosas que no siempre están disponibles: tiempo y recursos económicos.

Las grandes instituciones como la UNAM, el Politécnico o el Tec de Monterrey tienen sus propios centros de desarrollo para los estudios en línea. En Apizaco, Tlaxcala, funciona el Centro de Alta Tecnología de Educación a Distancia de la UNAM, en donde realizan investigación, innovación y desarrollo de modelos y sistemas educativos apoyados en las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) para su aplicación en los diferentes escenarios que requiere cada carrera.

La impartición de clases en línea, de manera profesional, incluye el uso de plataformas digitales especializadas, como “Blackboard”, que es cara pero que permite hacer muchas cosas para enseñar, evaluar y dar seguimiento a los estudiantes. A través de estas plataformas colaborativas se puede socializar, compartir trabajos, trabajar en equipo y muchas cosas que se hacen en la educación tradicional. Y, aunque a los adultos no nos gusta, los jóvenes pueden estudiar desde su celular.

La educación en línea está disponible desde hace mucho tiempo, pero nunca como hoy se había visto la necesidad de implementarla a nivel general. De algo debemos estar seguros, esta pandemia no será la última y, también con seguridad, vendrán eventos catastróficos que ni siquiera imaginamos.

La emergencia sanitaria ha venido a romper de un solo golpe las resistencias del magisterio para adoptar esta clase de sistemas. Y esto es tanto un problema como una oportunidad.

Es un problema porque la mayoría de los profesores carecen de conocimientos en el manejo de plataformas digitales, desconocen los métodos de enseñanza y aprendizaje de este sistema y no pueden enseñar. Es una oportunidad porque abre de golpe una ventana al futuro.

Mucha gente señala que la implementación de esta modalidad es imposible en un estado como Oaxaca por sus carencias sociales y económicas. Es un hecho que en comunidades del interior no existe una infraestructura adecuada o que los niños o jóvenes no tengan una computadora personal.

La construcción de la infraestructura es el menor de los problemas si el gobierno se decide a hacerlo, lo difícil es mover al magisterio, un gremio rebosante de mañas y conflictos. Los niños, por su parte, se adaptan con rapidez a los ambientes tecnológicos.

La formación en línea tiene grandes ventajas, es más barata, es flexible en cuanto a horarios y lugar para estudiar, le otorga libertad al estudiante para mejorar el uso de su tiempo, mejora competencias y habilidades para la investigación, no le afectan paros, plantones ni bloqueos o les ayuda a familiarizarse la tecnología como parte de su vida cotidiana.

Pero hay algo mucho más importante, este modelo educativo es de gran ayuda para desarrollar el pensamiento crítico, justo lo que México necesita.