La madera de un árbol de copal, así como la imaginación, son la materia prima y principal herramienta de las coloridas y fantásticas tallas de madera que se conocen como alebrijes.
En San Antonio Arrazola, agencia perteneciente a Santa Cruz Xoxocotlán, sus artesanos y habitantes se muestran orgullosos de esta tradición y describen a su comunidad como cuna de ella. Incluso, se estima que entre el 80 y 90% de las familias se dedica a este oficio que data de los años 20 o 30 del siglo pasado.
Catalina Castellanos Ramírez es una de las artesanas que preserva una tradición transmitida principalmente entre familias. Con 50 años de edad, tiene casi 20 años trabajando en este oficio. Aunque parte de su familia se ha dedicado a ello, fue con su esposo con quien aprendió a elaborar estas piezas cuya elaboración puede tomar meses.
Una labor familiar
De un trozo de madera de copal empiezan a imaginarse la figura que van a realizar, de ahí se deja un tiempo para que seque la pieza, luego la lijada y curada para que no se maltrate. Después la pintada”, cuenta sobre un proceso que requiere de habilidades que se empiezan a aprender desde la niñez.
Catalina, quien se ha enfocado en el pintado, explica que la madera de copal sigue siendo la materia prima y que esto se debe a que es de un árbol de la región y relativamente fácil de trabajar mientras está fresca.

Imaginación e innovación
Pero más allá del trabajo artesanal, señala que las tallas de madera que la gente ha identificado más como alebrijes (y cuyo nombre se basa en las figuras del mexicano Pedro Linares) son piezas que representan a seres que no existen en la realidad, que son raros. Aunque también lo son las figuras basadas en lo que existe, pero que son identificadas por sus colores o formas de representación, que aluden a la fantasía.
Son formas imaginarias, que no existen, por ejemplo, un jaguar que tiene alas y cola de otro animal”, explica.
El matrimonio de Felipe Ramírez Carrillo y Lilia Gabriela Hernández coincide con Catalina al señalar que el nombre real de estas piezas son tallas de madera, pero que con el paso del tiempo se han nombrado más como alebrijes.
Hay artesanos que dicen que en los orígenes los alebrijes eran realizados a partir de una sola; otros, que de varias. Sin embargo, estas artesanías han caracterizado a la región del Valle Central de Oaxaca y además de Arrazola se hacen en comunidades como San Martín Tilcajete. Además de que en los últimos años también han comenzado a producirse en otras regiones del estado.

Con más de 20 y 30 años dedicados a estas artesanías, Lilia y Felipe explican que el creador de las tallas de madera en Arrazola fue don Manuel Jiménez y que incluso su esposo fue de los primeros niños que traía el copal del cerro de Monte Albán para aquel artesano.
Ese arbolito ahí se dio y nos da ahora mucho trabajo. Es un árbol muy agradecido porque anteriormente se tumbaba, pero ya no. Ahora se preserva y no se corta todo el árbol sino las ramas más gruesas. Y las que quedan se vuelven a plantar, que avanza más que una semilla que se siembre. Son de 20, 25 o 30 años para que el arbolito pueda aprovecharse.
Tanto Catalina como el matrimonio de Felipe y Lilia coinciden en que el regateo es uno de los retos a enfrentar como artesanos. Aun así, tratan de ofrecer sus piezas a precios que consideran justos tanto para quien compra como para ellos, aunque la mayoría de las veces prácticamente no obtienen ganancias o estas son mínimas si se piensa en todo el esfuerzo y tiempo dedicados a los alebrijes. Además de que, en cada pieza se queda una parte de las y los artesanos.