Del cuarto grado de primaria de una institución privada, Cecilia enfrenta el acoso escolar desde que inició el ciclo apenas en agosto de 2023. Martha, su madre, asegura que ha ido de queja en queja y de oficio en oficio para exponer esta situación a docentes y directivos, que solo prometen la búsqueda de una solución, pero sin dar resultados.
Además de no contar con datos certeros sobre casos de acoso escolar o bullyng en instituciones del nivel básico, en Oaxaca no hay capacidad ni estrategias para dar solución a esta problemática que daña de manera psicológica y física a miles de escolares.
Ante la violencia y acoso escolar, apenas se cuenta con manuales y pláticas que ofrece el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) para las escuelas que solicitan de su intervención, sin tejer redes de apoyo en la atención y solución a cada caso que se presente.
Por medio de la Dirección para la mejora de la Convivencia Escolar de esta dependencia, se ofrece a los directivos, profesores, estudiantes, madres y padres de familia, pláticas sobre la violencia y acoso escolar, pero las soluciones solo se quedan en los discursos y no en los hechos.
La normalización de esta situación en las escuelas mantiene en la indefensión a miles de menores de edad, porque las autoridades se quedan apenas en intentos de contener o resolver las agresiones con llamadas de atención a buleadores y citas a madres y padres de familia.
La falta de estrategias y de capacidad de las escuelas para poner freno al bullying o acoso escolar no solo ha generado constantes quejas ante organismos como la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), sino que este problema crezca con graves repercusiones para niños, niñas y sus familias.
Lo anterior se constata con las más de 50 quejas que ha recibido la DDHPO en los últimos dos años por bullying escolar, donde las principales autoridades señaladas son los directivos de las escuelas, que no logran dar solución a esta problemática.
Amenaza de muerte a Cecilia; entre la preocupación e indolencia
La pequeña Cecilia se muerde las uñas y en repetidas ocasiones llora cuando recuerda los insultos que recibe de una de sus compañeras y de la mayoría del grupo azuzada por la misma.
La menor de apenas ocho años de edad ignora por qué los insultos y las amenazas se dan todos los días y en cualquier momento del horario escolar. Su madre relata que hace una semana su hija confesó que un grupo de niñas y niños le aseguraron que la golpearían y no les importaría si la mataban. A Cecilia la culpan del retiro de tapetes que realizó la profesora como castigo al grupo por “portarse mal”.
Martha recuerda que su hija también es señalada por haber golpeado a su buleadora y haber sido suspendido por tres días, luego de intentar defenderse del constante acoso por su forma de vestir, peinado o complexión física.
Como un intento de apoyar a su hija, Martha también la ha llevado a terapia pero no consigue que el resto de niños y niñas agresoras también lo hagan. Tampoco sabe cómo se ha trabajado con las demás madres y padres de familia, para lograr un mejor ambiente escolar.
Hace unos días, Cecilia llegó contenta a casa porque su buleadora le había dado un dibujo que ella interpretó como un gesto de amistad, pero que a Martha le generó disgusto e impotencia al ver que en el papel se había plasmado la imagen de un arma de fuego.
Nuevamente Martha acudió ante los directivos de la escuela primaria que no cuenta con área de psicología, sin recibir respuestas contundentes que ayuden al bienestar psicológico y emocional de su pequeña hija.
Miguel, con insultos y agresiones físicas
Por su color de piel, Miguel también es uno de los menores que sufre acoso escolar en constantes ocasiones, al igual que otros de sus compañeros de grupo por su complexión física o forma de expresarse.
Del sexto grado de primaria, Miguel ha sido agredido con patadas e insultos que no han podido parar a pesar de las constantes quejas de su madre ante profesores y directivos, que aseguran tomar cartas en el asunto.
Incluso se ha buscado la intervención del IEEPO para brindar pláticas a madres, padres de familia y estudiantes, con la enseñanza de un manual que puede ser consultado en Internet y que no garantiza un entorno escolar libre de un bullying constante.
Al igual que Cecilia, Miguel también sufre de ansiedad. Se muerde las uñas y los labios en todo momento y trata de ignorar a su agresor por consejos de la madre, pero las burlas y agresiones persisten a pesar del conocimiento que tienen de ello profesores y directivos.
Me dicen que ya hablaron con los padres del niño y con el mismo niño, pero parece que eso solo agravó la situación, porque mi hijo ahora es agredido e insultado cuando los adultos no están presentes. Realmente no veo que les interese solucionar esto que ven solo como un pleito entre niños; a mí me aflige que me lo vayan a lastimar feo algún día”, expresó Felipa, madre de Miguel.
En la entidad no se cuenta con programas exitosos para erradicar el acoso escolar o dar atención de manera puntual a cada caso, a fin de evitar agresiones como el caso de un menor que murió al ser arrojado a un barranco, el de una niña que fue golpeada en la cara o el del adolescente que perdió la vista en uno de sus ojos porque le echaron agua de cal.
