Para las y los migrantes que han llegado a la ciudad de Oaxaca, cruzar por el Istmo de Tehuantepec hasta llegar a la región de los Valles Centrales ha sido toda una travesía y un camino de corrupción.
Todos nos piden siempre para su vacuna, las autoridades de migración nos proporcionan permisos temporales, pero para poder subirnos a los autobuses nos piden otro permiso y eso lo tenemos que tramitar en donde los operadores nos dicen, todo nos cobran”.
A decir de los migrantes que prefieren el anonimato para evitar represalias, conseguir un permiso provisional para poder abordar los camiones les llega a costar de 10 a 20 dólares, mientras un boleto hacia la Ciudad de México, oscila entre los 250 hasta los 350 pesos en unidades que no cuentan con terminales fijas y deben llegar a las zonas donde les indiquen.
Lo que más nos hemos enfrentado en México, es la corrupción, la gente nos ha tratado bien porque desde hace más de una semana estamos durmiendo en la calle porque el albergue cerró sus puertas, pero mucha gente nos ha ayudado con un poco de plata, eso le agradecemos porque en donde quiera las autoridades o las empresas que nos trasladan nos cobran por todo”, señaló uno de los migrantes venezolanos que este jueves partió hacia la capital del país.
En tanto unos encuentran la forma de salir de la ciudad de Oaxaca, otros permanecen en parques y calles aledañas donde se ubica el Centro de Orientación del Migrante de Oaxaca (COMI), que desde hace más de 30 días cerró sus puertas.
A la fecha, los representantes de la iglesia católica no han proporcionado información sobre la causa de su cierre y los migrantes que llegan a preguntar, únicamente les informan que por el momento no hay servicio.
No sabemos por qué cerró el albergue, por eso nosotros y todas las familias, desde niños, niñas y mujeres debemos dormir en la calle, otros están en los parques porque durante el día el sol pega muy fuerte en la vía pública”, expuso el ciudadano venezolano.
Es por ello, que la gran mayoría de los migrantes han preferido descansar durante el transcurso del día en el Jardín Morelos, donde muchos pernoctan en espera de continuar su camino hacia la frontera norte de México.
Salimos desde el 12 de febrero de Caracas, Venezuela, hemos cruzado Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala, ahora México es lo más pesado porque tenemos que cruzar de sur a norte en muchas ocasiones caminando para evitar ser detenidos o para ahorrar un poco de plata”, destacó el migrante.
