En teoría, dice Martha Riva Palacio Obón, la literatura permite “abordar cualquier tema para infancias y adolescencias”. Pero hacerlo implica una responsabilidad que para ella siempre ha marcado su quehacer y que asume en todos sus proyectos. “El trabajo más difícil no es elegir un tema sino decidir cómo lo voy a abordar y desde dónde lo voy a trabajar”, confiesa la escritora, poeta y artista sonora.
Martha (Ciudad de México, 1975), considera cada libro como un proyecto y como un trabajo colectivo, en el que ella, como escritora, debe pensar en la edad de sus lectoras y lectores para definir lo que hará y cómo. En el caso del suicidio (“Buenas noches, Laika”) tuvo muy claro que su narrativa iba dirigida a adolescentes de secundaria, pues su protagonista está a punto de dar el salto a preparatoria.
“Cada libro me va llevando y empieza un trabajo muy profundo de esta responsabilidad de lo que quiero decir, de ser consciente de lo que quiero decir, de hacerme cargo de mis palabras. Y empieza el desde dónde lo voy a hablar para que no caigamos más en esta cultura de la violencia como espectáculo y del gozo”, comparte la autora de “Lunática”, un libro en el que se inspiró en su sobrina y en ella misma.
En otro libro (“Frecuencia Júpiter”), en el que habla de feminicidios y que es para juventudes de preparatoria, universidad y más, se peguntó cómo abordar el tema desde la literatura sin hacer de la violencia de género un espectáculo.
“Sabiendo que no lo puedo narrar todo, cómo puedo hacer para que haya una conversación, que haya un espacio. Como decía Walter Benjamin en “El narrador”: en esta era de la literalidad, hay que dejar espacio para soñar… Y lo hemos visto con esas historias que nos encantan, que nos rompen y duelen, pero en las que hay algo más que nos deja soñar”.
Es un trabajo muy arduo y es labor de toda la vida, cuenta la autora de “Las sirenas sueñan con trilobites”, quien fue homenajeada este sábado en la edición 43 de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca.
“Cuando escribo para infancias me queda claro que la línea que no voy a cruzar es la esperanza. Siempre tiene que haber en mi narrativa algo que permita dar esperanza, aunque sea el decir: esta es mi voz y de aquí no me voy”.
Sobre la lectura en México, que de acuerdo con las estadísticas del INEGI ha disminuido en los último años, Riva Palacio considera que el actual es un contexto muy complejo en el que de repente se tiende culpar demasiado a las adolescencias y juventudes de no leer.
“¿Cómo van a leer si hay bibliotecas cerradas, si los libros están bajo llave, si hay cuestiones estructurales que están alentando a que no haya lectura, que no haya pensamiento crítico?”
Tras la pregunta, la escritora también reflexiona sobre contextos en los que hay personas promotoras de lectura en lugares en donde trata de sanar el tejido social que se ha desgarrado por la violencia.
“Hay que repensar qué está pasando con las bibliotecas públicas que no están llegando a quienes tienen que llegar. Es también una cuestión de profundizar no solo en si se está leyendo o no sino cómo se está leyendo. ¿Habrá otras formas en las que se está leyendo y que desde esta perspectiva adultocéntrica no me esté dando cuenta?”
