Su primer viaje empieza incluso antes del amanecer, a las 6:00 horas, cuando varios se dirigen a sus centros de trabajo. Pero para ella, el recorrido entre la Primera Etapa de la unidad habitacional del Infonavit, la Central de Abasto y la agencia Cinco Señores termina en la noche, entre las 20 y 21 horas, cuando otros tantos están ya en sus hogares.
Estar desempleada y el ver un anuncio en el que solicitaban “operadores” la llevaron a solicitar trabajo en una empresa del transporte urbano en la ciudad de Oaxaca. Contrario a lo esperado, por ser un ambiente en el que casi la totalidad de choferes son hombres, María del Carmen Rosas Hernández se convirtió en la primera y única conductora de la línea.
Un carácter fuerte y la pasión por conducir han mantenido a esta mujer y madre de familia 18 años al volante, en su primer y único trabajo. “Lo pesado no es el trabajo, lo pesado es el ambiente laboral, como son puros hombres…”, confiesa quien entre sus compañeros de la empresa y quizá entre las otras del transporte urbano, es la única mujer conductora.
Para Carmen, que ha tenido compañeras en el área de control, “no es común tampoco estar trabajando con una mujer” y quizá tampoco el interés de otras mujeres por manejar un camión urbano. Ella, que desde los 12 años de edad aprendió a conducir un auto y que nunca se interesó en ser empleada de mostrador o en otra área, acudió un día a Sertexa.
Aun con el temor y la duda por ser contratada “porque es mujer”, a sus 24 recibió un sí de respuesta y tras aprobar un examen tomó las llaves del camión.
Sus hijos tenían entre uno y ocho años cuando empezó en este trabajo, del que incluso señala que no percibe cómo se acaba el día por “la misma presión del trabajo”. A veces quisiera hacer un viaje más, confiesa.
A mí me gusta mi trabajo, que sí tiene sus dificultades, problemas como todo trabajo. Pero ya me acostumbré”.
El tráfico, un carácter que a veces choca con el de un pasajero o el tener que romper con ciertas reglas para lograr sus recorridos, pero siempre poniendo la seguridad de sus pasajeros, son parte del día a día de Carmen.
Es más lo bueno que lo malo: hay personas que se bajan satisfechas de que anda uno más o menos a una velocidad rápida y dicen: gracias, llegué a mi trabajo y rápido”.
Sus hijos siempre la han conocido así, como una mujer fuerte que ha tenido que curtir su carácter en un ambiente donde el volante está generalmente en manos de hombres. Sin embargo, y a pesar de los retos, problemas, tráfico y otros inconvenientes, Carmen ve en la labor de conductora una que no dejaría por nada y por el que incluso ha sido un referente para su hijo, también conductor.
Siempre le he dicho: para que dures en un trabajo, hay que ser constante y que te guste porque si no nomás no duras”, apunta María del Carmen. “Yo no me veo trabajando en otra cosa, otro trabajo sería extraño”.