La panadera Teresa Jiménez Vásquez confía en que esta temporada de Día de Muertos las ventas repunten. Sus expectativas son altas, especialmente porque desde el 20 de octubre, cuando empezó a ofertar el pan de muerto, los turistas y locales han respondido bien.
“Yo creo que lo de la pandemia ya pasó”, dice Tere, quien afianzada en la idea de que las tradiciones “siempre son recordadas”, la de Día de Muertos es una de las más importantes en Oaxaca y el país. Por eso espera alcanzar el 100 por ciento de las ventas que tenía hasta 2019, la última ocasión en que la festividad se vivió sin más restricciones que las económicas de cada hogar y familia.
Desde su caseta en el mercado 20 de Noviembre, la propietaria de la panadería Hermanas Jiménez ofrecerá el tradicional pan de muerto hasta el 7 u 8 de noviembre. “Desde que empezamos, gracias a Dios, ha habido demanda”.
Sin embargo, reconoce que uno de los retos radica en el aumento de precios de la materia prima, que también la obligó a aumentar el precio de los 10 diferentes panes que vende en el mercado, entre ellos los panes de muerto. Estos son principalmente panes de yema decorados con “caras” y azúcar.
El costo de los insumos ha sido exagerado y nosotros como panaderos hemos tratado de organizarnos para ver costos. Y realmente sí, la gente se queja (de los precios)”, comparte la panadera. El pan de yema, que hasta hace unos meses costaba menos de cinco pesos, está por llegar a los 8 pesos.
Ante esta situación, en la que un pan ha aumentado su costo de producción, lo mismo que su precio al público, Jiménez dice que “ya no resulta”.
Está muy caro, pero es una tradición que no puede pasar desapercibida”, dice Teresa sobre el Día de Muertos. Por eso apela a la comprensión de la clientela.
Junto al mercado 20 de Noviembre se encuentra también el Benito Juárez, otro de los sitios que se ha convertido en parada obligada para turistas y locales. En sus pasillos se observa ya el andar de quienes preguntan por el mole, el copal, el papel picado, las máscaras y disfraces para las comparsas y muerteadas.
El artesano y vendedor Fredy Martínez confía en que pronto toda la decoración que tiene en su caseta sea llevada para los altares y hogares, tanto el papel y plástico picado como las calaveras de papel maché que hace otro artesano. O las catrinas y catrines vestidos como para una boda.
En su casa y junto con su familia, Martínez empezó a elaborar el papel picado desde julio y agosto. Otros artesanos con los que trabaja hicieron lo mismo, pero para las calaveras de papel maché que ya están listas en los locales de este mercado y otros de la ciudad.
Apenas estamos viendo que hay un realce en la temporada. Dos años de pandemia bajó mucho en cuestión de ventas, pero este año se va recuperando poco a poco”, señala.
