La búsqueda de justicia por la muerte de Gabriela Soto ha sido para Esther, su hermana, una carrera de resistencia, como pedalear cuesta arriba, con ponchaduras de llanta, raspones y muchos obstáculos, y por momentos ir en picada con riesgos inminentes. Pero casi cuatro años después, la memoria de quien fuera docente y ciclista empieza a ver la luz. El pasado jueves, un juez de distrito declaró culpable de su fallecimiento a José Moisés Sebastián García.
Ahora queda esperar la sentencia el 3 de octubre, sobre la cual la familia cree que podría ser de entre 15 y 25 años de prisión.
No fue un accidente, como se venía diciendo, que (el chofer) no la había visto. Claro que la vio. La vio y fue la imprudencia, la falta de cuidado, la falta de responsabilidad al volante lo que originó que esta persona atropellara y matara a mi hermana” dice Esther tras el fallo del juez y al reiterar que en la lucha también fue vital el apoyo de la sociedad civil.
Gabriela Soto falleció el 18 de diciembre de 2020, víctima de un siniestro vial en el bulevar Guadalupe Hinojosa en el municipio de Santa Cruz Xoxocotlán. Era directora de una escuela en esa localidad y al salir de su trabajo, se dirigía, a bordo de su bicicleta, a la ciudad de Oaxaca, donde su familia la esperaba en casa para desayunar. Pero Gabi no llegó.
Fue embestida por la imprudencia de un chofer de la línea Zaachila Yoo, José Moisés Sebastián García, quien venía conduciendo la unidad número 13″, recuerda Esther, la hermana menor de Gabriela y quien también tuvo que convertirse en activista en esta búsqueda de justicia. Una que empieza “después de 3 años, 9 meses y 8 días”.
El juicio para definir si José Moisés era o no responsable por el homicidio culposo de Gabriela Soto García por hecho de tránsito inició el pasado 3 de julio. Pero esta última espera implicó tres meses y medio en los que la familia y su abogada, así como la Fiscalía General del Estado, entregaron unas 40 pruebas al juez sobre la responsabilidad del chofer, quien se encuentra en prisión preventiva, pues se había fugado tras atropellar a Gabi y volvió a huir en una primera audiencia.
El proceso desde la denuncia hasta el juicio y el fallo fueron desgastantes para Esther y su familia, ya que también se enfrentaron a una defensa del acusado y de la empresa Zaachila Yoo que entorpeció cada paso.
Esto no fue fácil, fue muchísimo trabajo para todas las partes: desmembrar 40 pruebas”, explica la activista, quien además ha acompañado los casos de otras familias de personas que como Gabriela fueron atropelladas a bordo de su bicicleta y que murieron.
Ahora, Esther ve que el fallo en este proceso de casi cuatro años no solamente es un respiro para su familia sino una hoja de ruta para otras más que pasan o pasarán por un caso similar.
Estos casos pocas veces ven una sentencia, pocas veces llegan a debate, siempre se quedan en acuerdos reparatorios que más que reparatorios son revictimizantes”.
Para Esther, el caso de Gabriela “visibilizó a las personas que han querido invisibilizar, a las personas que se mueven en la bicicleta, que son vulnerables ante la velocidad y la imprudencia, y las víctimas viales, directas e indirectas”.