Casillas especiales fueron un dolor de cabeza
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Casillas especiales fueron un dolor de cabeza

Salieron a relucir las mismas quejas de elecciones previas


Casillas especiales fueron un dolor de cabeza | El Imparcial de Oaxaca

A las puertas de un auditorio, junto a un hospital que ha atendido a pacientes con Covid-19, uno a uno comenzaron a formar fila desde las 6:00 horas. La sana distancia parecía no estar invitada. El trabajo u otros motivos habían hecho que ciudadanos de otras partes del estado y del país vivieran la jornada electoral del 6 de junio en la ciudad de Oaxaca. Un abrigo ligero, un suéter, una careta y un cubrebocas eran las prendas comunes entre quienes este domingo querían decidir quienes los representarán.

Pero las elecciones en las casillas especiales de la capital, lejos de la posibilidad de decidir, significaba obstáculos. La lluvia de la noche previa mantenía la mañana fresca, pero cerca de las 8:00 el calor comenzaba y con él la desesperación y la inconformidad. Primero por el retraso en el inicio de las votaciones y luego porque no todos podían participar en ella. 

Cerca de las 8:00 horas, una fila similar se empezaba a crear en torno a la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, donde se ubicaba una de las cuatro casillas especiales en la capital, entre las 56 de todo el estado.

Los juegos mecánicos de la zona daban cuenta de una celebración, pero que poco a poco se apagaba. Adentro, ya se armaban las mamparas y urnas, y los funcionarios mostraban los paquetes sellados a los representantes de los partidos. Todo estaba listo alrededor de las 8:30, pero no iniciaba.

Fabiola, de 43 años, había identificado la casilla especial por internet y se apuró para estar cerca de las 7:00 horas en este sitio. A la ciudadana de la Sierra Sur su trabajo le impidió votar en su casilla, como sucedió en 2018, cuando emitió su sufragio en Ciudad de México. Que aquí hubieran mil boletas y ella fuera de las primeras ya le daba ventaja. 

Pero a las 9:00 horas, con la votación aún sin iniciar, ella y más de 100 ciudadanos de la fila mantenían la espera.

Como en la defensoría, el  auditorio del Instituto Mexicano del Seguro ya tenía entonces a decenas de ciudadanos. La casilla debía abrir a las 8:00, pero eran las 9:11 y la molestia crecía. “No podemos iniciar la votación si no tenemos los seis funcionarios dentro de la casilla”, explicaba un funcionario del Instituto Nacional Electoral a las puertas del auditorio. 

Un integrante no se había presentado y tras una búsqueda fallida en la fila de votantes sumaban a una ciudadana de la sección. “Ya está”, agregaba el funcionario, al tiempo de decir que “en unos 10 o 15 minutos” empezaría la votación.

Desde la calle y fuera de la fila, un joven se dirigía a él: “Vengo de la Ciudad de México, ¿puedo votar?” 

No hubo un sí o un no, pero sí una explicación. En el país, para este proceso electoral, se conformaron cinco grupos, por lo que solo los del 3, al que pertenecía Oaxaca podían votar aquí. 

“¿Por qué ahorita ese candado?”, exclamaba una mujer de la tercera edad a la escrutadora, quien a la puerta trataba de explicar la demora y calmar la molestia de los presentes. “Con ese candado que están poniendo ustedes se les van a quedar todos los votos, porque si pregunto quiénes vienen de esos estados para votar, le aseguro que casi nadie”, añadía la mujer, quien pedía cancelar los votos que no se usaran.

Al interior, un hombre en silla de ruedas compartía la molestia: “Es una chingonería esta organización, (pero) para chingar no para hacer las cosas bien. Esta es una mafia, pero bien estructurada”.

Son las 9:49. Adentro, las y los funcionarios de casilla empezaban a votar, al igual que los representantes de los partidos. 

“Nosotros somos ciudadanos y también estamos tratando de…”

El adulto mayor se negaba a recibir una explicación de la escrutadora y pedía hablar con “el jefe”, el funcionario del INE que antes había pedido esperar unos minutos. “Nos están engañando, 10 o 15 minutos dijo usted”, le recriminaba el ciudadano.


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