Mercado de abasto, el ave fénix que renace de cenizas
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Mercado de abasto, el ave fénix que renace de cenizas

Persisten los mismos obstáculos que impidieron acceso oportuno para combatir las llamas; no hay fecha para entrega de locales


Mercado de abasto, el ave fénix que renace de cenizas | El Imparcial de Oaxaca

A un año del voraz incendio que consumió 156 locales en la Zona de Tianguis del Mercado de Abasto “Margarita Maza de Juárez”, con mucho esfuerzo y dedicación, en medio de la pandemia, enfrentando falta de apoyos gubernamentales y la inseguridad, los comerciantes afectados han comenzado de cero para recuperar sus patrimonios.

EL INCENDIO

El llamado de emergencia a las estaciones del Heroico Cuerpo de Bomberos de Oaxaca se recibió alrededor de las 20:30 horas del miércoles 27 de mayo de 2020. Enseguida en los grupos de chats de los comerciantes se emitió otro audio de un llamado de auxilio. “Por favor ayúdenme compañeros, mi puesto se está quemando”.

Los primeros en llegar a la zona fueron los locatarios del mercado y policías municipales que intenta ron sofocar el fuego, pero las llamas se propagaron velozmente entre los puestos de artesanías con venta de canastos de carrizo, huaraches de piel y hule, ropa típica, entre otros productos que se comercializan en la Zona de Tianguis.

Más tarde arribaron los bomberos, sin embargo, su principal obstáculo para llegar hasta el lugar del siniestro fueron los puestos que se ubican alrededor del mercado y las mismas casetas que han obstruido los accesos y los pasillos.

Después de tres horas de esfuerzo, en punto de las 00:00 horas del jueves 28 de mayo, los bomberos y los servicios de emergencia, a los que se sumaron de los municipios conurbados de la ciudad de Oaxaca, logra ron controlar el incendio.

EL PATRIMONIO PERDIDO EN UN INSTANTE

Luz María Santiago Martínez, artesana propietaria de la huarachería, Doña Luci, e integrante del Consejo de Productores y Productoras del Estado de Oaxaca, aún recuerda ese fatídico 27 de mayo que dejó en cenizas sin su patrimonio construido por más de 40 años.

“Desafortunadamente el año pasado nos tocó el incendio, nuestro puesto se consumió completamente, nos quedamos sin nada, el fuego acabó con todo, el voraz incendio arrasó con el patrimonio de cientos de familias oaxaqueñas todas trabajadoras, todas dedicadas al comercio, todas teníamos nuestro patrimonio invertido en materia prima”.

“Ahora sabemos que la vida cambia en un segundo, en un instante, ese día fue un giro de 360 grados, así como yo mucha gente perdimos todo, solo quedaron nuestras manos y el empeño de salir hacia delante, las ganas y esa fortaleza que nunca devoró el fuego. Esa fortaleza que, en un momento determinado, cuando la tragedia consumía nuestro patrimonio yo dije, ¡me mantengo de pie!”.

EL INICIO DE LA TRAGEDIA

Doña Luci explicó que todo se gestó un mes antes del incendio, pues la pandemia del Covid-19 los obligó a cerrar temporalmente los comercios desde finales del mes de abril, esto debido al avance de los contagios de SARS-CoV-2, los cuales se aceleraron al interior del mercado más grande de Oaxaca.

“Primero falleció un compañero, presuntamente por Covid; a la semana siguiente fallece otro, a los tres días una nueva compañera y en todos los casos presumieron que el causante habría sido el Coronavirus. Siguieron otras comerciantes que se encontraban en la parte de atrás, entonces le dije a mi esposo que estaba muy cerca de nosotros; ya me dio la vuelta y no soy tan joven para soportar un contagio, por eso comenté que debíamos resguardarnos para no llevar la enfermedad a la casa y contagiar a mi hijo, que es mi tesoro”.

“Nos fuimos un mes antes, a guardarnos, por eso cuando se vino el incendio estábamos en la casa que se ubica en la zona norte de la ciudad, eran como las 20:30 cuando una amiga de nombre Hilda me marca y pregunta si sabía que se estaba quemando el mercado, me dijo que estaba muy fuerte y era en nuestra área, enseguida me puse los tenis y le dije a mi esposo ¡voy al mercado!; él también reconocía que estaba muy fuerte. Me contactaron los clientes preguntando sobre la situación porque en medios de comunicación se decía que habían muchos locales bajo fuego”.

La comerciante recuerda que su hijo solicitó evitar acercarse a la zona del siniestro. “Tenía miedo que nos fuera a pasar algo, pero me armé de valor y le dije que vivos salíamos de la casa y vivos íbamos a regresar, le prometí que solo íbamos a ver qué estaba pasando”.

“Cuando llegamos al mercado ya no se podía pasar porque habían muchas unidades de policías y bomberos, alcancé a llegar hasta mi local y me di cuenta que ya no había puestos de canastos, el fuego los había consumido en su totalidad. De pronto observé que la lumbre avanzaba e iniciaba a quemarse el puesto de la compañera Abigail, nunca voy a olvidar el tono del fuego en nuestros locales, esos colores que tiene la lumbre. Empezó primero una especie de remolino con un color amarillo canario que después se convirtió en naranja y se tornó en morado y rojo, así se elevó la llama, una llama fuerte que me dejó paralizada, estaba viendo cómo se quemaba mi local, vi cómo empezó y cómo terminó”.

Doña Luci relata, a un año de distancia, los gritos de la gente y de sus compañeros “que gritaban no puede ser, Dios mío, otros llorando de manera desesperada, te quedas asombrado y te desconectas porque no creíamos lo que estábamos viendo, compañeros desesperados, angustiados y en ese momento dije; no quiero ver como se quema mi patrimonio, yo me voy porque se empezó a escuchar que tronaban como si fueran cohetes, empezó a tronar y mi mente decía que eran tanques de gas, el fuego arrasó con todo lo que estaba en el pasillo Reforma, cerca de las cocinas; entonces dije a mi esposo ¡vámonos de aquí no hay nada qué hacer!, si son tanques no nos va a dar tiempo de salir”.

A decir de los comerciantes, alrededor de las 00:00 horas del 28 de mayo les reportaron que el incendio ya estaba controlado, sin embargo, debían regresar para evitar el saqueo de productos. “Regresamos con la ilusión de encontrar algo porque en los puestos que se habían salvado había un saqueo enorme, hubo una voraz rapiña”.

“Ya no tenía ganas de regresar, pero tenía la esperanza de que el fuego no hubiera consumido todo mi local, regresé de nuevo con mis hermanas, el fuego todavía tenía ardiendo mi local, no que ría ver como se quemaba mi patrimonio, pero lo atestiguamos; vimos la fatiga de los bomberos que ya no podían, ya no aguantaban, por momentos se sofocaba y por momentos ardía nuevamente porque todo el material que usamos es flamable”.

Resurgimos sobre las cenizas

La artesana señaló que las llamas alcanzaron su local alrededor de las 23:00 horas, aunque una hora más tarde los servicios de emergencia reportaron haber controlado el siniestro, al interior de su caseta el fuego siguió consumiendo la mercancía.

“La terminó de consumir como eso de las ocho de la mañana del 28 de mayo, fue cuestión de horas para que todo el patrimonio de 41 años se terminara, ese futuro que sentía asegurado se consumió en momentos, se acabó y era volver a empezar como cuando uno es nuevo con diferencia de que ya teníamos clientes, amigos y en el trayecto has hecho lo que nadie te va poder robar que es la amistad y solidaridad, hubo clientes que me dijeron que no tirara la toalla”

“Aunque ha sido muy difícil porque nadie se imagina lo duro que es tenerlo todo y acabarse en cuestión de horas, iniciamos de cero, estuvimos dos meses sin trabajar, comiendo de lo que la gente nos regalaba, de esa solidaridad que tiene el oaxaqueño. Algunos clientes y familias cercanas nos brindaron ayuda económica, amigos que nos prestaron dinero para volver a empezar, es así como empezamos de nuevo a producir”.

Luz María Santiago Martínez se mantiene cerca de la “zona cero”, en donde el pasado 31 de marzo autoridades municipales y estatales dieron el banderazo de inicio de las obras de rehabilitación, pero sin fecha para su conclusión.

“Retomamos nuestro negocio donde hacemos huaraches típicos, manejamos pieles, hacemos correas, cinturones, fundas para machetes, navajas, pistola, parte de la talabartería, pero mi fuerte es la huarachería, me dedico hacer desde el más pequeño para recién nacido que es el número ocho hasta el más grande que son 34 centímetros”.

“Resurgimos sobre las cenizas, empezamos de nuevo, sobre el piso ahumado, empecé de nuevo muy despacio con préstamos que les pedimos a nuestros familiares, vecinos y con el apoyo de nuestros clientes que nos esperaron y otros nos ayudaron económicamente, incluso amigos del extranjero nos ayudaron, por eso hoy damos las gracias a la ciudadanía de buen corazón, por ellos nos mantenemos en pie, fueron también los propios hermanos y compañeros del mercado que nos dieron de comer varios días, por eso seguimos de pie”, destacó.

El testimonio de doña Luci, es solo uno de los 156 comerciantes que se vieron afectados durante el peor incendio que se tiene memoria en la Central de Abastos, conocido como el mercado más importante y más grande de Oaxaca.


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