Elaboran jóvenes presos en Oaxaca la tradicional rosca de reyes
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Elaboran jóvenes presos en Oaxaca la tradicional rosca de reyes

Cuatro jóvenes privados de su libertad elaboran las tradicionales roscas en el taller de panadería de la Dirección de Ejecución de Medidas para Adolescentes de Oaxaca.


Elaboran jóvenes presos en Oaxaca la tradicional rosca de reyes | El Imparcial de Oaxaca

Un olor a pan se percibe desde el ingreso a las instalaciones de la Dirección de Ejecución de Medidas para Adolescentes de Oaxaca (DEMA), donde un grupo de jóvenes trabaja en la elaboración de roscas para el “Día de Reyes”.

Con mandil y cubrebocas, cuatro jóvenes privados de su libertad se encuentran en el taller de panadería, donde manipulan charolas, hornos, espigueros, masa y todo tipo de ingredientes.

De los 38 jóvenes internos que se despiertan a las 6:00 horas, cuatro se preparan para acudir al taller de panadería e iniciar con la elaboración de roscas a partir de las 8:00, con la guía de un instructor y la supervisión constante de algunos custodios, que toman lista tres veces al día.

Los cuatro jóvenes, algunos con tenis seminuevos y otros con huaraches, apenas quieren conversar sobre su función en el taller y de cómo decidieron ingresar a éste y no en el de manualidades, electrónica, computación, carpintería, reciclaje o cuidado de hortalizas.

Juan, por ejemplo, prefirió este taller porque termina más temprano que otros y puede pasar el tiempo en algún deporte o conviviendo con sus compañeros. Desde hace dos años ingresó al taller de panadería y pronto logrará su libertad este año.

Ahí “Juan” no solo ha aprendido a elaborar roscas sino también pan de muerto, pizzas y los conocidos cuernitos, entre una gran variedad de pan de dulce.

En el espacio del taller un pequeño pizarrón distribuye las labores de cada uno y establece normas para trabajar: deben acudir “bien peinados”, con higiene y puntualidad. “El que llegue tarde lavará los trastes”.

Los cuatro distribuyen funciones para la elaboración de roscas; uno se encarga de hacer la mezcla de ingredientes y preparar la masa, otro realiza la forma y unta huevo batido; el tercero coloca las capas de pasta, acitrón y algunas cerezas, mientras que el cuarto lo prepara y lo lleva al horno, donde estará por media hora.

Por la disposición y el buen comportamiento, los jóvenes (cuyos nombres han sido modificados) forman parte de los talleres en la DEMA, donde el más joven tiene 15 años y los más grandes 21.

Desde hace 10 años, el taller de panadería busca ofrecer nuevos conocimientos a los internos, así como nuevas oportunidades de empleo una vez que egresen y regresen a sus comunidades de origen.

“Marcelo”, que apenas lleva unos meses en el taller, asegura que ha logrado aprender muchas cosas y en poco tiempo confía en estar listo para buscar empleo en una panadería cuando cumpla los años que le dieron por el delito que cometió.

“He logrado aprender muchas cosas y en poco tiempo ya podré buscar empleo en una panadería cuando cumpla los años que me dieron”

Todos los días, los jóvenes del taller elaboran pan para el consumo de los mismos internos o para su venta en el exterior.

La mayoría del producto es solicitado por algunas dependencias de Gobierno y en este Día de Reyes ya tienen varios pedidos.

De los cuatro en el taller, uno tiene ya un año y siete meses, otro está por cumplir dos años, uno más apenas cuatro meses y el último una semana.

“Antonio” se resiste a relatar cómo es su día en la DEMA. Apenas dice que se levanta, está algunas horas en la panadería y luego se va al patio…”y ya”, sonríe apenado mientras apresura la colocación de ingredientes y frutas en las roscas.

En el taller algunos aparatos y utensilios tienen más de 10 años de uso, pero todos funcionan bien según el instructor de panadería, Luis Felipe Méndez, que lleva algunos meses en la DEMA para enseñar a los jóvenes cómo se elaboran otro tipo de productos como pasteles.

“Comenzamos con la preparación de la masa y el fermentado, para después realizar el moldeado y decoración de la rosca. Después de un segundo fermentado, la metemos al horno y se preparan para venderlas”, explica.

Los jóvenes prepararon al menos 50 roscas este viernes, cuyos recursos de la venta se va al reembolso de la compra de ingredientes y el resto para ellos en la compra de productos de aseo personal o lo que decidan hacer.

En estos días con la elaboración de roscas, donde la más grande es para 20 personas, se oferta en 200 pesos, los muchachos del taller no acuden al comedor porque su desayuno es enviado al espacio donde trabajan desde temprana hora.

Ahí, en un pequeño espacio, se encuentran los platos con pan, tortillas, huevos revueltos con jamón y algunas verduras con su respectivo vaso de agua, que tardan en ser consumidos porque los jóvenes prefieren concluir el proceso de elaboración y meter todas las roscas al horno.

De 19 y 20 años de edad, los cuatro con apoyo del instructor buscan elaborar al menos 200 roscas en cuatro días, no solo para consumo de personal de oficina de Gobierno, sino para vecinos o particulares que deseen probar y conocer parte de lo que se hace en estas instalaciones.

38 internos; cuatro son mujeres. La mayoría por delitos de violación
En la DEMA, de acuerdo al encargado de la seguridad de segundo turno, Milton Sánchez Martínez, se tiene un total de 38 jóvenes de 15 a 21 años de edad. De éstos, cuatro son mujeres y ellas están en un espacio independiente al de los hombres.

De los 34 muchachos, 24 está en la DEMA por el delito de violación, el resto por robos, intento de secuestro u homicidio.

El delito de violación, de acuerdo a los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) tuvo un incremento en 2018 en comparación con 2017. Tan solo en violación simple hubo 394 víctimas y 73 en violación equiparada de enero a noviembre de 2018, mientras que en todo el año anterior fue de 313 y 71.

Aunque el delito de violación por adolescentes podría mantenerlos en prisión hasta por una década en años anteriores, ahora con la nueva Ley general de niñas, niños y adolescentes estos alcanzan una pena máxima de cinco años.