Le pega reforma educativa a CIS de Zoogocho, Oaxaca
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Le pega reforma educativa a CIS de Zoogocho, Oaxaca

El IEEPO aporta 28 pesos diarios por alumno para alimentación a este semillero de músicos al que, desde 2015, les ha quitado maestros y hasta la enfermera


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El Centro de Integración Social (CIS) de San Bartolomé Zoogocho es un semillero. Así como en la Sierra Norte las semillas hacen crecer pinos y encinos, café y maíz del que sus pobladores están orgullosos, en este centro escolar que lleva el nombre del general Lázaro Cárdenas hacen crecer músicos, concertistas, directores, arreglistas y compositores destacados y buscados en otros países, en las orquestas más importantes del país y en un sinfín de bandas de la región. Su fama, —se les reconoce como una de las mejores bandas infantiles del estado—, no ha sido suficiente para que el gobierno los coloque en condiciones de privilegio para estudiar y, al contrario, con la reforma educativa le ha pegado a su plantilla docente.

A partir de que en julio de 2015 el gobernador Gabino Cué y el entonces secretario de Educación Emilio Chuayffet anunciaron la reestructuración del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), al menos cinco maestros de este centro escolar dejaron las aulas. Fungían como enfermeros, o maestros de panadería o de educación física, eran regularizados, lo que significaba que a pesar de no contar con una base docente tenían la promesa del Gobierno del Estado de obtenerla algún día.

Con el nuevo instituto se dio paso a la reforma educativa y el gobierno rechazó cumplir su pacto con la Sección 22 del SNTE para contratar a los docentes. Desde entonces la única forma de ser maestro reconocido sería mediante la evaluación. Los maestros, que continuaron trabajando por tequio algunos meses, se fueron de la comunidad y dos años y medio después no ha repuesto las plazas.

“Con la reforma se ha reducido enormemente el personal, se fue el maestro panadero, la enfermera ya no le pagaron, a la del taller de corte tampoco le pagaron, redujimos de una forma drástica el personal, tenemos que ser enfermeras, se enferma un niño y no sabemos ni qué darle aunque se pongan graves, si es grave lo tenemos que llevar a Ixtlán”, explica la subdirectora Guillermina Méndez Antonio.

En el área de cocina una becaria pagada por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas prepara los alimentos para 220 estudiantes —128 de primaria, 47 de secundaria y 45 especialistas, estudiantes de música que cursan cada sábado el bachillerato en el sistema abierto en la comunidad vecina de Capulálpam de Méndez y que ocupan el resto de la semana para continuar estudiando música—. Para la alimentación diaria el IEEPO aporta para cada uno de los estudiantes de primaria 28 pesos. 28 pesos para desayunar, comer, cenar y aprender sones serranos.

“En el IEEPO a la becaria no la aceptan porque no tiene el perfil, debe tener mínimo bachillerato, pero no tenemos gente con bachillerato que quiera venir a dar un servicio con una percepción mínima, una beca de 3 mil pesos al mes, no es atractivo, es preocupante. Nos han preguntado si tenemos miedo de que el internado desparezca, todo lo contario, queremos que esto mejore, que vuelva a ser como fue”, explica la directora Manuela Luna Ríos.

“Los especialistas no tienen ningún apoyo del gobierno, nada más de lo que podemos apoyarnos, de lo que reciben de la primaria y la secundaria, que CDI los apoya, de ahí nosotros apoyamos a los especialistas, ellos no tienen ninguna beca ni nada”.

EL AUGE DEL INTERNADO

Para responder ¿cómo fue en sus mejores tiempos? se debe recurrir al profesor de música Francisco Sigüenza, quien junto al entonces director del internado Ismael Méndez, generaron en la década de los 80 el proyecto de crear una banda a través de un taller de música con el que, además, hicieron retroceder la migración en el pueblo.

Al principio las alianzas llevaron a los estudiantes a trabajar el campo para obtener recursos. Con comunidades hermanas como Yatzachi El Alto y Betaza compartían las manos con las que tocaban trompetas y trombones para arar y sembrar.

“No había instrumentos, teníamos instrumentos prestados, organizábamos presentaciones en varios pueblos y ellos a cambio nos aportaban algo. Antes la autoridad mantenía un distanciamiento con el internado, pero con el trabajo se empezó a acercar”, explica Sigüenza.

“En 1991 la gente de Zoogocho que vivía en la Ciudad de México nos pidió que fuéramos a tocar. Años más tarde, tras una presentación en el Cervantino, la gente de Zoogocho nos consiguió una presentación en la Secretaría de Educación Pública, estaba Limón de titular, salió, tuvo la curiosidad de ver a los muchachos y nos preguntó ‘¿qué necesitan?’, pues instrumentos, respondimos. El secretario le dijo a uno de sus asesores que nos diera los instrumentos ese mismo día. Fue el primer apoyo que recibimos de la parte oficial”.

DONACIONES

El internado de Zoogocho ha logrado la mayoría de las mejoras de infraestructura gracias a donaciones de organizaciones internacionales, nacionales e incluso de artistas como el cantante español Miguel Bosé. Actualmente, además de la falta de docentes les aquejan las malas condiciones en que se encuentra la cancha de baloncesto, la sala para guardar la ropa limpia, que corre el riesgo de desplomarse, el área de lavandería, que requiere mejoras inmediatas, y, lo más importante, el lugar donde practican.

CONTINUIDAD A LOS ESTUDIOS

Para dar continuidad a los estudios del internado, el 29 de octubre de 2012 se inauguró el Bachillerato Integral Comunitario de San Bartolomé Zoogocho para acreditar los conocimientos de los estudiantes. En este centro los estudiantes logran una proyección suficiente para acceder a escuelas de música de nivel superior como el Conservatorio Nacional o las escuelas de Bellas Artes de Xalapa, Veracruz o Oaxaca, entre otras.

En este espacio hay 90 estudiantes, de municipios de la Sierra Norte y de las regiones Mixteca, Valles Centrales, de la zona chinanteca e incluso una alumna de Celaya, Guanajuato.

“Zoogocho es tierra de músicos y por eso nació este lugar”, explica el maestro Óscar Guzmán. “En la zona muchos de los padres no tienen los suficientes recursos para mantener un estudio profesional y dicen ‘yo vine a estudiar música para ser maestro o para buscar un empleo, aquí tratamos de darle esos lineamientos”.

“La proyección está enfocada para que puedan ingresar a una escuela superior de música o bien prepararlos para el trabajo, hay algunos que desertan del estudio porque no hay un campo de trabajo bien remunerado”, agrega el docente Braulio Cano.


aa

 

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