Desde su irrupción como partido político en 2014, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha escrito una historia vertiginosa de triunfos que culminó con la presidencia de Andrés Manuel López Obrador en 2018 y se confirmó en 2024 con la victoria de Claudia Sheinbaum. Sin embargo, la cohesión interna que lo llevó al poder comienza a resquebrajarse.
RICARDO MONREAL ÁVILA
Ricardo Monreal Ávila, coordinador de la bancada morenista en la Cámara de Diputados y una de las figuras fundadoras del movimiento, lanzó una seria advertencia en un artículo de opinión: Morena atraviesa una encrucijada peligrosa. No se trata de un ataque desde la oposición, sino de una amenaza interna, nacida de la fragmentación ideológica y el choque de intereses entre sus propios cuadros.
“El riesgo más serio que enfrentamos ahora no proviene de nuestros adversarios, sino de nuestras diferencias al interior”, alertó Monreal.
El político zacatecano hizo hincapié en las etiquetas que están dividiendo al movimiento:
“claudistas”, “obradoristas”, “puros”, “fundadores”, “conservadores”, “radicales”, “honestos”, “arribistas”, “intrusos”.
Estas divisiones, asegura, solo alimentan la polarización y limitan la capacidad de Morena para renovarse, abrirse a nuevas generaciones y evitar los errores que llevaron a la desaparición política de partidos como el PRD.
FRACTURAS VISIBLES EN EL CONGRESO
Las tensiones no son nuevas, pero en semanas recientes se han hecho más evidentes en el Congreso de la Unión. El pasado 8 de abril, por primera vez en años, la oposición logró una victoria significativa en el Senado al bloquear la designación de magistrados electorales, un golpe inesperado a la mayoría calificada de Morena y sus aliados.
A esto se suma la polémica en torno a la solicitud de desafuero de Cuauhtémoc Blanco, el intento de afiliación del panista Miguel Ángel Yunes Márquez y el respaldo dividido dentro del Senado. Las diferencias entre Monreal y Adán Augusto López Hernández, su homólogo en la Cámara Alta, también dejaron ver las fisuras entre los grupos de poder.
EL LIDERAZGO DE SHEINBAUM A PRUEBA
Pese a las tensiones, la presidenta Claudia Sheinbaum ha intentado transmitir un mensaje de unidad. Aseguró que las diferencias con Monreal y Adán Augusto se resolverán y que el proyecto de la Cuarta Transformación seguirá firme. Pero en el fondo, lo que está en juego es la capacidad del partido para consolidarse más allá del liderazgo de su fundador, AMLO.
Monreal lo dijo con claridad: Morena no puede convertirse en un partido de facciones. “Si caemos en la lógica de los egos por encima del bien común, corremos el riesgo de repetir los errores de movimientos que terminaron desapareciendo.”
EL RETO DEL RELEVO GENERACIONAL
De cara a las elecciones intermedias de 2027 y los cambios estructurales que se perfilan para 2030 —como la reforma contra el nepotismo— Morena deberá resolver quiénes liderarán la nueva etapa del movimiento sin fracturarlo. La aparición de nuevos liderazgos, que oxigenen al partido sin romper sus bases, será crucial para su supervivencia.
Monreal convocó a cerrar filas con Sheinbaum y mantener vivo el espíritu de participación plural que alguna vez definió a Morena como un movimiento social antes que partidista. El llamado es a la unidad, pero también a la autocrítica.
Finalmente, a una década de su registro como partido, Morena ya no es la alternativa: es el poder. Su reto ahora no es conquistar el gobierno, sino conservarlo sin perder su identidad. La historia de los partidos en México ha demostrado que el poder sin cohesión interna es efímero. Morena, hoy, camina por esa delgada línea.