El 24 de mayo, en plena final del torneo femenil juvenil en el municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán, Atziri Galeana, jugadora del equipo Chivas y de apenas 15 años de edad, se desplomó a la mitad del campo. Minuto 27 del segundo tiempo, temperatura superior a los 34°C, sin servicios médicos en el lugar. Murió más tarde en un hospital. La jornada deportiva, sin embargo, continuó como si nada hubiese pasado.
Una final sin garantías mínimas
El partido entre los equipos Toriz y Chivas se celebró en el campo 1 de la Unidad Deportiva Municipal. Según testimonios de asistentes, la joven convulsionó y tardaron varios minutos en llegar los servicios de emergencia. Paramédicos de Protección Civil realizaron maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) en el lugar, pero Atziri ya no tenía pulso. Fue trasladada a un hospital, donde se confirmó su fallecimiento.
La página local “La Femenil Lzc”, especializada en fotografía deportiva, denunció en sus redes sociales:
“No se habrían contado con los servicios médicos necesarios para garantizar la integridad y bienestar de las jugadoras”.
Horario cambiado y ola de calor: factores ignorados
El encuentro originalmente estaba previsto para las 18:00 horas, pero fue adelantado sin previo aviso a las 16:00, en plena ola de calor. Aunque aún no se ha revelado la causa oficial de la muerte, el calor extremo es un factor que no puede descartarse. Michoacán, al igual que otros estados, enfrenta temperaturas de hasta 45°C, según el Servicio Meteorológico Nacional.
La recomendación oficial es clara: evitar actividades físicas intensas al aire libre entre las 11:00 y las 17:00. Sin embargo, esa advertencia fue completamente ignorada por los organizadores.
Indolencia institucional: el fútbol siguió
Tras la tragedia, el partido fue suspendido, pero los siguientes encuentros del torneo siguieron con normalidad, e incluso se realizaron premiaciones. Familiares y asistentes exigieron la renuncia del presidente de la Liga Municipal de Fútbol de Lázaro Cárdenas, acusándolo de negligencia y falta de humanidad:
“No se le dio atención a las demás jugadoras. Se priorizó el protocolo de premiaciones antes que la vida de una menor”, afirmaron asistentes en redes sociales.
La reacción oficial fue tardía. Horas después del deceso, durante un partido varonil, se ofreció un minuto de silencio. Sólo entonces, la liga decidió suspender las actividades dominicales. Demasiado poco, demasiado tarde.
Fiscalía investiga, pero persisten las omisiones
La Fiscalía General del Estado de Michoacán abrió una carpeta de investigación para determinar las causas de muerte y deslindar responsabilidades. La falta de personal médico, la alteración del horario y las condiciones climáticas extremas serán elementos clave en la indagatoria.
Sin embargo, la pregunta es más amplia: ¿quién vela por la seguridad de las niñas y adolescentes que juegan al fútbol en torneos locales? ¿Qué protocolos existen —si es que existen— para evitar tragedias como esta?
Una vida, un nombre, una omisión
Atziri Ledif Galeana tenía 15 años. Era alumna de la Escuela Secundaria Federal Núm. 1 “Ricardo Flores Magón”, que lamentó públicamente su fallecimiento. En su comunidad, era más que una jugadora: era hija, amiga, estudiante, joven.
Su muerte no puede ser solo una estadística ni un accidente aislado. Es el síntoma de un sistema deportivo local que falla en lo más básico: proteger la vida de sus jugadoras.
¿Cuántas muertes más hacen falta?
El fútbol femenil en regiones como Michoacán sobrevive gracias al esfuerzo de jugadoras, familias y comunidades. Pero ese esfuerzo es traicionado por la indiferencia de ligas locales que operan sin protocolos, sin médicos, sin previsión ante condiciones climáticas extremas.
La muerte de Atziri Galeana no es solo una tragedia, es una denuncia viva que interpela al deporte local, a las autoridades y a la sociedad:
¿Vale más un trofeo que una vida?