El calzado les llega más sucio que lo habitual, pero para ellos no es gran problema, pues tratan de brindar el mejor servicio. Sin embargo, las lluvias sí han representado uno de los mayores retos en los últimos días.
Hasta hace poco, en la zona donde labora Francisco Ramírez, era el polvo uno de los inconvenientes por la rehabilitación de las jardineras del zócalo de la ciudad, ahora lo es la lluvia que el Huracán John dejó a su paso por el estado de Oaxaca. El fenómeno no causó estragos como en la región Costa o en la Sierra Sur, pero los remanentes han propiciado días nublados, con llovizna y lluvias que provocan la llegada de muy pocos clientes.
La lluvia no nos deja trabajar. Uno tiene que entender a los clientes que dicen que ya va llover y se van a volver a ensuciar los zapatos”, cuenta el aseador, quien estima que la demanda de sus servicios bajó un 80 por ciento. Es decir, que de 10 clientes que solían acudir con ellos en un día normal solamente llegaron 2.
Francisco Ramírez es uno de los varios aseadores de calzado del zócalo capitalino, quien como sus compañeros tiene que sortear las inclemencias del clima para obtener el ingreso diario. El costo de la boleada es de 30 pesos, pero en días como los últimos obtenerlos es más difícil porque la gente ya no se anima a salir.
Por las lluvias, su trabajo es uno de los más afectados, ya que al realizarse a la intemperie hay ocasiones en las que no pueden trabajar o deben de esperar a que calme la lluvia y lleguen los clientes. A veces, varios optan por no acudir a laborar.
El calzado también les llega más sucio, reconoce.
Viene un poquito más sucio, pero a eso nos dedicamos, a limpiar el calzado, aunque es un poco más complejo”.
Además de estas situaciones o circunstancias, Ramírez explica que algunas personas suelen pedirle una rebaja por el servicio. En su caso, trata de negociar y llegar a un acuerdo que beneficio a ambos.
En esta parte de la ciudad, son aproximadamente 20 aseadores de calzado que se instalan diariamente para ofrecer sus servicios. Personas como Francisco Ramírez llevan décadas en este oficio y lugar, en su caso 40 años, pues empezó a los 15 años de edad para trabajar como aseador de calzado en el zócalo capitalino.