Durante los últimos siete años, la activista Rebeca Díaz y su asociación civil La Voz de la Montaña Ancestral se han dedicado a reforestar un tramo de las riberas del río Atoyac siguiendo el ejemplo y legado de Félix Díaz, su padre, que por dos décadas hizo lo mismo para tratar de recuperar el afluente y corresponder a la Tierra.
Su padre, un músico nacido en la costa del estado, cuenta que de niño tuvo que emigrar a la capital para estudiar, lo que le permitió conocer el río cuando aún estaba limpio, pero que tras radicar y trabajar en otras partes del estado dejó de verlo. A su regreso, hace 30 años, se percató que la mancha urbana creció y con ello se contaminó el afluente de aguas negras.
Alguien tiene que hacer algo por el medio ambiente”, dice Rebeca, quien a través de la asociación civil La Voz de la Montaña Ancestral ha plantado cientos de árboles en el tramo que conecta a Oaxaca de Juárez con San Jacinto Amilpas. “Este trabajo me apasiona”, comenta Rebeca, quien ha sido apoyada por su hermana Ruth y sus amigos (entre ellos Gabi Romero y Alberto Jiménez) para reforestar la zona.
Somos de siete a ocho personas las que hemos hecho esta labor”, explica quien cada fin de semana con su padre, familia y amigas acude desde las primeras horas a limpiar el área, a plantar y a regar los árboles.
A mí la verdad es que me sorprende porque es Oaxaca de Juárez, Patrimonio Cultural de la Humanidad, y al parecer (las autoridades) solo tienen interés en el centro, en barrios mágicos, y Oaxaca de Juárez no solo es eso. Se han olvidado de accionar en espacios que realmente requieren de atención como el Atoyac”, dice la activista.
Su intención es reforestar desde el puente del Instituto Tecnológico hasta el puente Valerio Trujano. En estos años y aun con las adversidades u obstáculos como los incendios provocados, el daño que otras personas infringen a los ejemplares o la omisión gubernamental, Rebeca y la asociación han abarcado ya cientos de metros con ejemplares endémicos u otros, los que se suman así a los sauces cercanos al caudal.
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Estos sauces, cuenta su padre, son la memoria del río Atoyac, que por sí solo trata de sobrevivir, aun cuando en su caudal sean vertidas las aguas del drenaje, como las que caen a la altura de este puente del Instituto Tecnológico, en los alrededores del estadio del equipo de futbol Alebrijes, de la empresa refresquera Pepsi, y de varios domicilios de los municipios de Oaxaca y San Jacinto Amilpas.
No tenemos la autoridad para solicitar a cualquier tercero, a la empresa o lo que sea que vengan y clausuren esas descargas de aguas negras”, explica la activista, quien con su labor también busca incidir en la sociedad para que esta se interese en el cuidado del medio ambiente “porque nos debemos a él”.
Para don Félix, profesor de música de casi 80 años de edad, lo que lo ha impulsado a reforestar las riberas con árboles como el ahuehuete, el pochote, la flor de mayo, los mangales, entre otras especies que han germinado, es el “hacer una montaña”.
Desde su perspectiva y experiencia, “el sistema de gobierno no tiene planificación científica de cómo se desarrolla su ciudad y llegando muchos hombres improvisados”. Por eso optó por iniciar y continuar la reforestación con sus propios recursos.
