Crisis e inflación
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Crisis e inflación

La idea de subir las tasas de interés para controlar la inflación no tiene más sustento que la voluntad y la creencia casi religiosa que provocar carestía artificialmente presiona el…


La idea de subir las tasas de interés para controlar la inflación no tiene más sustento que la voluntad y la creencia casi religiosa que provocar carestía artificialmente presiona el consumo y por tanto impacta la ley de la oferta y la demanda. En mis años de profesor siempre pensé que la oferta-demanda no era una ley sino un artilugio gubernamental para intervenir en el mercado. Si así fuera efectivamente, si esto estuviera validado por la realidad, diríamos que no hay leyes de la economía. Que todo se reduce a la voluntad de los gobernantes. Lo que existe es anarquía organizada, cobijada filosóficamente por el concepto de “libertad”, talismán del capitalismo oponible a cualquier pretensión socializante de la economía. La llamada economía planificada es contraria al libre cambio y ha sido descalificada histórica e ideológicamente desde el poder capitalista, especialmente por los EEUU. El capitalismo ha instaurado una anarquía organizada donde es posible toda compraventa como eje de la economía de mercado. Y donde como colofón es posible la apropiación del capital excedente (c y v) por unos cuantos en detrimento de los que viven de su trabajo, concebido también como mercancía.

Las intervenciones gubernamentales a la economía se envisten con un halo de ciencia económica e incluso se presentan como algo ajeno a la voluntad del poder. La llamada junta de gobierno del banco emisor de dinero, primero se ha revestido como si no formara parte del poder, y sus agentes como una asociación de hombres de ciencia que conducen infaliblemente la economía nacional. La verdad es que son agentes del estado que están subordinados al poder centralizado por lo cual sus decisiones no tienen que ver con el pueblo liso y llano, sino con una política de estado para mantener el equilibrio estructural del capitalismo como modo de vida.

Encarecer el interés subiendo sus tasas acentúa el empobrecimiento y permite que el superávit se concentre en unas cuantas manos. Lo que yo aprendí desde el marxismo es que las crisis económicas le sirven a la burguesía, que durante su duración atesora el plusvalor excedente. Por eso no se puede validar que el actual sea un gobierno del pueblo y para el pueblo, sino de un conjunto de pillos a los que beneficio la crisis política del anterior partido de estado para saltar al poder. El alza de las tasas de interés hace que los productos de primera necesidad se encarezcan y que disminuya la compra de la producción mercantil global que se compensa con el sobre precio de los productos disponibles en el mercado. Desde el punto de vista de las exportaciones encarece los productos exportables dispuestos al mercado mundial lo que concentra el plusvalor de las cadenas de propietarios de los medios de producción. Por eso, los dueños del capital no se quejan y están de acuerdo con el gobierno. El discurso estridente contra el capital es parte de la farsa.

¿Cuál es pues el soporte teórico económico del alza de tasas de interés? No lo hay. Es empiria pura lo único que se sabe es que el incremento de tasas de interés disminuye el consumo y lo hace más selectivo limitando la producción excedente. Punto. Y eso significa un efecto sobre la producción relativa. Como se sabe hay crisis de superproducción y crisis de falta de producción. En las crisis de falta de producción las mercancías escasean y los productos se encarecen, produciéndose así el efecto inflacionario.

En las crisis de superproducción hay un excedente de productos mercancía que dificultan el proceso de transformación de las mercancías en dinero. Recordemos que la fórmula del capitalismo es d-m-d’ lo que implica que para que exista una economía sana es necesario que las mercancías se transformen en más dinero. Es decir que haya un excedente de dinero. Que no exista eso genera crisis. Recordemos que una crisis es la alteración o interrupción de la producción de capital.

Por analogía existirá crisis si el banco emisor limita o amplia la emisión de dinero. Si un gobierno decide emitir más del dinero circulante, sin justificación, lo que provocará es que ese dinero pierda valor sustantivo. Mucho se ha dicho que tal reto provocara crisis de escasez o crisis de superproducción.

Mucho se ha insistido que la cantidad de dinero circulante debe ajustarse al equivalente del producto interno bruto de una economía, otros han dicho que debe reflejar el valor total de los medios de producción existentes en una economía. Durante mucho tiempo, durante la vigencia del patrón oro, se dijo que la emisión de dinero debía estar respaldada por su equivalente en oro en las reservas del banco emisor de un país.

Mucho me temo que el superávit de dinero circulante tenga su origen en determinaciones gubernamentales que luego se distribuyen en programas sociales y que estas partidas estimulan la transformación de mercancías en capital. Las consideraciones políticas de estas determinaciones tratan de encubrir el procedimiento. Pero en todo caso, encierra la posibilidad de que se trate de dinero hueco. Sobre todo, porque la fuente de financiamiento es el presupuesto nacional y los impuestos y estos no cubren ese gasto.

No así las remesas de nuestros connacionales en EU, que son efectivamente parte de una distribución del proceso de producción transnacional en el que está presente el trabajo remunerado de los mismos, sin que esto signifique que los productos de ese trabajo (v) carezcan de explotación de la fuerza de trabajo en esos países (EEUU, Canadá). Se trata de dinero real derivado fundamentalmente de producción agrícola o en términos de capital, de la renta del suelo.