La escena se repite a casi seis meses del primer desalojo por parte de policías estatales. Lo que hay es un palacio cercado con vallas metálicas y decenas uniformados con equipo táctico como en diciembre, cuando el gobierno estatal y el municipal retiraron a los desplazados triquis que mantuvieron su protesta por 12 años en el corredor del inmueble. La sede del ejecutivo estatal también recuerda al blindaje de marzo, en la víspera de las protestas feministas por la demanda de justicia o como protección para el informe de los 100 días de gobierno.
Las últimas dos semanas han sido para muchos comerciantes un golpe en medio de una recuperación que tras la pandemia aún no se consolida. Una gran parte de los aseadores de calzado prefirió no acudir a laborar el lunes y martes al zócalo, su principal espacio de trabajo. Y este miércoles, en la celebración de su día, varios aguardaban por clientes junto al plantón de docentes de telebachilleratos. A diferencia de la Sección 22 y del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui, optaron por mantener una protesta pacífica alrededor del quiosco, en el zócalo.
En los mercados, la venta de alimentos fue buena para quienes tienen estos giros, pero los que no, debieron sufrir los estragos de las protestas que iniciaron la mañana del lunes y siguieron hasta la noche del martes, con el arribo de normalistas a la sede gubernamental para exigir la liberación de un compañero.
Las decenas de uniformados con escudos o de vallas impidiendo el acceso al corredor del palacio y las casas de campaña pasaron desapercibidas para algunos comensales en los restaurantes de los portales.
“Tenemos terraza disponible”, era la invitación de una mesera para ingresar a uno de los restaurantes en el portal de Las Flores. Pero la oferta no lograba convencer a varios transeúntes, los que también rechazaban la oferta de recorridos a Monte Albán. “Ya visitamos Hierve el Agua”, le decía una visitante al empleado de una agencia que con folleto en mano buscaba clientes en el primer cuadro de la ciudad.
El panorama era similar en las calles cercanas, donde los restos de cartón usado en las manifestaciones seguían en las banquetas de la calle Flores Magón.
La venta de comida fue beneficiada, pero se dejaron de vender artesanías o productos que no son de primera necesidad”, contaba Maximiliano Ortiz Jiménez, presidente de la Organización Benito Juárez, Artesanos y Locatarios de Oaxaca, desde el interior del mercado Benito Juárez.
En este, uno de los tres mercados más cercanos al zócalo, la afluencia era muy baja en la mañana de este miércoles. Los pocos turistas que ingresaban solo miraban las artesanías.
Ortiz, que hacía un balance de las dos últimas semanas, pedía a los manifestantes manifestarse en otros lugares y que el “gobierno haga su trabajo”. Aunque reconocía que como comerciantes debían aprender a vivir en contextos adversos como el de las protestas, las que tomaron una pausa, pero no se descarta que vuelvan en próximos días.
