Miércoles sin “ambulantes”: entre marimba y congestión vehicular
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Miércoles sin “ambulantes”: entre marimba y congestión vehicular

Cada miércoles, a veces con sus excepciones, las y los comerciantes en vía pública despejan las calles del centro histórico


Foto: Adrián Gaytán / Un respiro a la ciudad con la liberación de calles en el miércoles sin ambulantes.
Foto: Adrián Gaytán / Un respiro a la ciudad con la liberación de calles en el miércoles sin ambulantes.

Cada día, como desde hace décadas o incluso más de un siglo, los puestos en la vía pública pueblan el paisaje urbano de la ciudad de Oaxaca. Entre críticas por su operación, las estructuras suelen llenar banquetas como las de la calle 20 de Noviembre, Miguel Cabrera y Aldama, varias de las comprendidas en la reglamentación del centro histórico por las que se restringe, prohíbe o acepta su instalación.

Pero desde hace unos años, los miércoles se han convertido en los días en que las banquetas quedan despejadas de puestos desde los que se venden alfarería, textiles, artesanías, mezcal (aunque prohibido por el reglamento), ropa de maquila, chapulines, alimentos y bebidas.

Cada día miércoles, como ayer, parte de los carriles también dejan de estar ocupados por puestos de venta de tamales, plantas y todo tipo de mercancía expendida en estructuras metálicas o de madera.

En su lugar abundan los vehículos de motor que se estacionan en el espacio “libre”. Motocicletas, algún montón de basura abandonada en el arroyo vehicular se miran sobre la calle de Aldama, entre 20 de Noviembre y hasta Bustamante. Dos cuadras quedan libres, pero como cada día, junto a las vallas que por más de un año han limitado el paso en Flores Magón se estaciona taxis, camionetas u otra unidad de alguien que aprovecha para subir pasaje, bajarse a comprar una veladora en el mercado Benito Juárez.

Por horas fue posible gozar de libre circulación por las calles.

Una pareja de turistas también aprovecha el despeje de la vialidad para dejar su unidad, aunque pronto es asediada por cuatro agentes de tránsito. Los visitantes argumentan no haber visto el letrero del cajón exclusivo para personas con discapacidad y tras un diálogo parecen irse sin multa alguna en una ciudad donde se ha mencionado la cero tolerancia contra estas conductas.

Al otro lado del arroyo vehicular, los propietarios de un hotel acaparan un cajón de estacionamiento sin que a la vista haya una placa o señalética que acredite el pago por este derecho. Tan solo dos separadores verticales color naranja.

El claxon se escucha cada tanto en esta zona, especialmente por la esquina de 20 de Noviembre, donde los accesos al templo de San Juan de Dios también quedan libres de los puestos y vendedores de a pie, los ambulantes. Pero tanto parte de la banqueta como del carril izquierdo son ocupados por los vehículos de motor, que estacionados ralentizan el flujo.

A unas cuadras, en el zócalo, tampoco hay vendedores ambulantes, solo los puestos fijos junto al palacio de Gobierno y la marimba frente a los restaurantes de uno de los portales.

El lugar de los “ambulantes” es ocupado por paramédicos voluntarios que acuden con los paseantes y quienes descansan en jardineras para pedir apoyo monetario. Considerados parte del paisaje de esta área, solo permanecen los boleros. No así en la Alameda, donde los puestos semifijos pasaron a ser fijos en la calle Antonio de León.


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