A dos años, la nueva normalidad convive con las olas de Covid-19
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A dos años, la nueva normalidad convive con las olas de Covid-19

Decenas de visitantes, en grupos cercanos a los 20 o en solitario y en parejas, descansan en el Centro Histórico


A dos años, la nueva normalidad convive con las olas de Covid-19 | El Imparcial de Oaxaca
Foto: Adrián Gaytán / La mayoría de los visitantes no suelen portar el cubrebocas

Con cubrebocas que cuelgan de la barbilla, una familia de visitantes disfruta de un helado en el zócalo de la ciudad. No es la única que descansa bajo los laureles que hace casi dos años lucían prácticamente solitarios. Decenas de visitantes, en grupos cercanos a los 20 o en solitario y en parejas, descansan en el corazón de la capital oaxaqueña. La música de marimba, algunos ritmos peruanos, incluso la música de banda, acompaña el paseo dominical.

Hace dos años se dieron a conocer los primeros casos de Covid-19 en el país, pero la ciudad de Oaxaca, una urbe turística, parece haber olvidado el temor por el coronavirus. Con o sin cubrebocas, familias enteras se reúnen en el zócalo y la Alameda de León.

En Oaxaca, los primeros dos casos de coronavirus se darían el 14 de marzo. Y tras ello el cierre escalonado de actividades que implicaran aglomeraciones como museos, conciertos,  exposiciones y la celebración de la Samaritana.

Este fin de semana parece ser todo lo contrario, aunque con rostros semi cubiertos. La jornada de este domingo en el centro de la ciudad estaba precedida por una muestra de carnavales que generó aglomeraciones de miles de asistentes a su paso por el andador turístico y hasta llegar a la alameda.

El cuidado queda ya bajo la responsabilidad personal

El fin de semana, las compras en comercios son habituales y la sana distancia es algo que nunca se logró respetar. Algunos con caretas, otros sin siquiera un cubrebocas, propios y visitantes comen en los restaurantes de los portales, descansan bajo ejemplares frondosos, toman fotografías a su paso o conviven en familia.

Los globos, las burbujas y la risa de infantes muestran que a pesar de los más de 100 mil contagios y alrededor de 6 mil decesos (según cifras oficiales), la pandemia y sus olas son parte de la nueva normalidad y del juego para quienes han crecido con ella los últimos dos años.

La nueva normalidad ha sido adoptada y se ve en cada acceso a los comercios, con tapetes plásticos donde no siempre hay líquido desinfectante; en las entradas de los mercados aledaños, donde aún hay visitantes que omiten la toma de la temperatura y empleados repiten, casi en automático, el gesto para dotar de desinfectante.

El riesgo de contagio, según el semáforo epidemiológico, es moderado (amarillo). Pero a la par de las jornadas casi habituales de vacunación, la confianza parece recuperada.

El cuidado queda ya bajo la responsabilidad personal y no se escuchan más las grabaciones con las que desde camionetas de Protección Civil municipal se buscaba disuadir la presencia de personas en el zócalo. No se observan más las cintas de precaución con las que incluso se negó el acceso a la alameda y el zócalo. En su lugar, están los filtros policiacos que limitan la instalación de puestos la vía pública.

La protesta social y dos campamentos son parte de la escena frente al Palacio de Gobierno y junto a la iglesia de San Agustín, a apenas una cuadra. El Centro Histórico vuelve a ser, con sus cambios en estos dos años, uno como el que en los últimos días de febrero de 2020 veía aún lejana a la pandemia, pero que se aproximaba a sus primeros casos en marzo.