Claudia era bendecida, ahora su negocio no repunta por las bajas ventas

Antes de la pandemia de Covid-19, “todo fluía bien” en la pescadería “Con olor a mar”, un negocio familiar de Claudia Marisa Bustamante Salinas. La locataria del mercado Víctor Bravo Ahuja considera que eran “muy bendecidos” por la gran cantidad de trabajo. Pero ese panorama cambió drásticamente en abril de 2020, cuando inicialmente tuvieron que cerrar una semana. Y luego porque hubo que adecuarse a una nueva normalidad. 

“Todo cambió porque las ventas han sido bajas y la situación, difícil porque seguimos protocolos que nos afectaron, pues tuvimos que recurrir a una entrada, ya que algunos clientes o locatarios no estábamos acostumbrados o preparados para seguir las reglas”, comenta.

Sin embargo, refiere que a la fecha se han habituado y hay cierta mejoría y seguridad debido a la vacunación. Y es que considera que antes de la inmunización “todo era hermetismo” ante las afectaciones por la enfermedad y las pérdidas familiares de algunos compañeros.

En este negocio que emplea a cuatro personas, el esfuerzo es vital y el riesgo de perder lo invertido se vive a diario. Algunas de las estrategias para sobrevivir a la crisis económica han consistido en reducir precios de productos y reforzar la atención al público, cuenta Claudia, quien señala que de parte de los gobiernos no ha habido apoyos para el mercado. 

Sin sueldos seguros, reitera que la confianza en un mejor futuro es lo que los alienta a seguir. “Este es nuestro sostén tanto para nosotros como para otras familias, pues yo tengo a cuatro personas que dependen de este trabajo. Estamos haciendo un esfuerzo por salir adelante”.