Cartero, oficio que sobrevive a los años y a la Covid-19
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Cartero, oficio que sobrevive a los años y a la Covid-19

Con 30 y 15 años, respectivamente, Jesús Pacheco y Hugo Antonio Domínguez han experimentado los cambios en la comunicación, pero a raíz de la emergencia sanitaria, la discriminación y el miedo son parte de su día a día


Cartero, oficio que sobrevive a los años y a la Covid-19 | El Imparcial de Oaxaca

Hace tres décadas y hasta el año 2005, el envío de cartas era habitual entre las personas, aunque con marcadas diferencias de un tiempo al otro, como evidenciaban los volúmenes de sobres que entregaban en sus inicios trabajadores de Correros de México en la ciudad de Oaxaca. 

Jesús Pacheco y Hugo Arturo Antonio Ramírez, que por 30 y 15 años, respectivamente, se han dedicado al oficio de cartero lo saben. “Yo entregaba más de mil 500 piezas diarias”, recuerda Jesús de sus primeros años en el servicio, con una ruta por la colonia Reforma. 

“Actualmente, estamos entregando poco más de 300”, explica sobre un volumen compuesto casi en su totalidad de mensajería corporativa (de instituciones bancarias o compañías telefónicas) y un poco de paquetería. 

“La tecnología nos va rebasando a pasos agigantados”, dice Hugo Arturo, quien desde hace 15 años está en las filas de Correos y mira cómo se va perdiendo la cultura de “escribir a puño y letra”; y de “enviar a nuestros seres queridos algún mensajito, sobre todo en estas fechas importantes como la Navidad y el Año Nuevo”.

Pero como esos cambios dados en las últimas décadas, ambos han experimentado otros en menor tiempo, en los últimos nueve meses y debido a la Covid-19.

Desde marzo, cuando al estado de Oaxaca llegó el coronavirus, ambos y sus compañeros han tenido que adaptarse a un nuevo contexto y dinámicas. A los perros que los muerden, les ladran y tiran de las motos y bicicletas se han sumado los riesgos de contagio, que aminoran al seguir medidas de prevención y uso de cubrebocas. 

Pero el desinfectante y la sana distancia no salvan a Jesús, Hugo y otros carteros de la discriminación por parte de los destinatarios. En sus recorridos por la capital oaxaqueña, hay personas que miran con miedo a los trabajadores del Servicio Postal Mexicano (Sepomex/Correos de México).

“Afortunadamente, estamos trabajando bien”, comenta Jesús sobre la labor en las oficinas de la Alameda de León, en donde algunos empleados entran a las 07 horas y otros a las 10, a fin de evitar los contactos y la posibilidad de contagios. Sin embargo, ya en las calles, el encuentro con los destinatarios los hace objeto de discriminación.

“Hay gente que lo toma muy drásticamente y hasta nos corren porque piensan que uno lleva el virus”, cuenta Jesús. “Va uno contento a repartir, pero no sabes con qué gente te vas a encontrar en el camino”. Él lo ha vivido en carne propia, en ocasiones en donde le gritan: “¡Aléjese porque tiene usted coronavirus!”.

Hugo Arturo narra algo similar: “Independientemente de que siempre hemos sido enemigos de los animalitos como los perritos, ahora con la pandemia (el trabajo) es más a distancia. Cuando entregamos algo nos dicen que lo dejemos en el buzón o que aventemos la correspondencia”.

Es comprensible, ahonda el cartero, quien dice entender la preocupación de las personas, pero también remarca que el trabajo lo desarrollan de la mejor manera posible.

Que la gente les tenga confianza; “el correo tarda un poco, pero sí llega a sus domicilios”, dice Jesús, quien como Hugo expresa que los destinatarios pueden sentirse seguros ante ellos, ya que siguen las medidas necesarias para cuidarse a ellos y a los demás. “Vamos con las medidas higiénicas para que evitemos el contagio, ya que somos un medio de comunicación importante y no podemos dejar de laborar”.