La crisis por pandemia se ensaña con diableros y cargadores de la Central de Abastos
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La crisis por pandemia se ensaña con diableros y cargadores de la Central de Abastos

Del salario mínimo que conseguían hasta hace poco más de un mes, Marcial, Valentino, Epifanio y Pablo apenas tienen que conformarse con 10 o 20 pesos


La crisis por pandemia se ensaña con diableros y cargadores de la Central de Abastos | El Imparcial de Oaxaca

Un semblante de preocupación se observa en Marcial Santiago Hernández. Aun entre las facciones duras y la mirada profunda del hombre con varias décadas de vida se percibe la angustia por conseguir algunos pesos para pasar el día. En poco más de un mes ha tenido que conformarse con las pocas monedas de sus patrones, esos clientes que pagan porque les ayude a llevar las cajas, costales o bolsas de mandado en el Mercado de Abasto.

“Ahorita con la crisis, a todos nosotros nos ha bajado mucho y no tenemos mucho trabajo. Vamos al día, por eso tenemos que salir a buscar y nos conformamos con lo que caiga, 20 o 10 pesos porque no tenemos otra chamba en dónde ganar”, narra el hombre sentado sobre una especie de carreta de madera. Mientras sus compañeros de trabajo pasan prácticamente sin nada de mercancías o los diablos de otros descansan en torno a un puesto de atole.

Él es representante de la organización Fernando Montes de Oca, que reúne a unos 150 carreteros y diableros del Mercado de Abasto. Y tal ente es uno de varios que, como la organización Porfirio Díaz, existen en la zona comercial para congregar a este tipo de trabajadores.

La jornada nacional de sana distancia, establecida para evitar lo más posible los contagios del virus causante de Covid-19, iba a concluir inicialmente hace una semana. Pero se extendió hasta el 30 de mayo. Para trabajadores como Marcial, la angustia se extenderá por varias semanas más. Comerciantes, dirigentes y funcionarios han coincidido en que la afluencia a la mayor zona comercial de la urbe ha bajado. 

Hasta hace casi dos meses, el ingreso de los diableros y cargadores era el de un salario mínimo, es decir, de poco más de 120 pesos. “No nos iba tan mal como en estos días. Muchos de mis compañeros se quejan de que ganan 10 o 20 pesos. Y tienen familias”, relata el cargador.

Su caso se repite por las calles y pasillos del mercado, en donde descansan compañeros como Epifanio Santos, quien lleva un cuarto de siglo como diablero y con base en ello puede comparar que “antes se ganaba un poco más”. En parte, dice, por la nueva enfermedad, pero también porque de un par de años a la fecha ha disminuido el trabajo y de las cajas grandes que transportaban han pasado a llevar unas pequeñas. “Se gana como 50 pesos”, dice el hombre que por un viaje mínimo cobra 10 pesos.

Valentino es un diablero que emigró hace ocho años de Santa María Chilchotla a la ciudad de Oaxaca. En su comunidad no encontraba trabajo. En la capital del estado, aunque lo ha conseguido, sus ingresos jamás han rebasado los 100 pesos, según cuenta. “Muchos dicen que ganan más dinero, pero yo no”, explica el hombre que a raíz de la crisis sanitaria por Covid-19 ha visto disminuido ese ingreso. Enfermo y sin familia a la cual mantener, dice que no teme a la nueva enfermedad. “De todos modos me voy a morir, así es la vida. Se muere el pobre, se muere el rico”.

Las historias de Marcial, Epifanio y Valentino encuentran eco en la de Pablo Mendoza. Con unos cuatro o cinco años como diablero, estima que lo que gana en el mercado puede ser de 50 o 60 pesos. Con dos hijos y un par de nietos, dice que los que pueden buscan otras fuentes para conseguir con qué vivir el día a día. 

En espacios como el Mercado de Abasto, hablar de patrones o jefes es relativo. Marcial Santiago, por ejemplo, puede estar desde la madrugada y retirarse muy noche. Para conseguir un cliente pueden pasar varias horas, como las transcurridas desde antes del amanecer y hasta cerca de las 11, en donde su semblante es de preocupación: “Ahorita no he ganado pero ni un peso”.


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