Damnificados del Istmo por el terremoto, sin recursos para la reconstrucción
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Damnificados del Istmo por el terremoto, sin recursos para la reconstrucción

A los damnificados por el terremoto de hace un año se les acabó la fuerza, ya no tienen recursos para seguir con la reconstrucción de sus viviendas, ya están endeudados y sólo esperan un milagro


En Asunción Ixtaltepec hay casas incompletas, deudas y preocupación por saber de dónde saldrá el dinero para pagar. La reconstrucción muestra su avance y su aguante. Hay paredes terminadas, grises todas ellas, hay algunas puertas y faltan ventanas, falta el repillado y el suelo… y la luz y el drenaje… y todo cuesta.

Mientras hubo dinero hubo fuerzas y se buscó hasta prestado, hoy es tiempo de detenerse, de tronarse los dedos como doña Elvia o de esperar hasta diciembre, como don René, que ve en su aguinaldo una nueva fuente de ingresos para continuar la construcción de su casa.

“Como el ave Fénix”

“Así como el ave Fénix”, dice don René Santiago, de 57 años, un maestro de Ixtaltepec que en sus “ratos de ocio”, los fines de semana, se quita la playera, se viste unos zapatos de descanso y se dedica a trabajar sobre “su humilde patio” para levantar la casa que el sismo se llevó.

“De los 13 cuartos que tenía levanté de aquí hasta allá”, nos cuenta con las manos en una carretilla con la que retira aún escombro.

-¿Cuántos cuartos ha levantado? –se le pregunta.
-Nomás éste.
-¿Con lo de la tarjeta?
-No, aparte de lo de la tarjeta le metí préstamos.
-¿Como cuánto le metió?
-Ahí ya llevo como 250, más o menos, o un poquito más.
-¿Está endeudado?
-Sí, pero al menos ya tengo energía eléctrica, ya tengo agua, lo único que me faltaría son las ventanas y la puerta. Ahora vamos a esperar hasta diciembre, asegura.

El trajín de levantar una casa después del sismo es extenuante y aun así mantiene una sonrisa y un relato animado no ausente de elementos de desdicha. Trabaja en el magisterio, es integrante de la Sección 22 y tiene un sueldo seguro.

“Sí, pero no es suficiente, tenemos el sueldo seguro, pero somos de los de abajo. Qué bueno que nos hayan echado la mano, a algunos les dieron hasta dos o tres veces el apoyo, algunos lo hemos podido aprovechar, hay otros que no”, agrega.

Para avanzar en la obra, asegura, debe haber una regla imposible de olvidar: “5 o 10 pesos que le vayas quitando ya no regresan”.

Desde que en octubre pasado recibió la tarjeta con 120 mil pesos de Bansefi y de inmediato inició con la reconstrucción.

“En cuanto me dieron la tarjeta empecé a comprar todos los materiales. Primero no encontraba albañil, me ayudó mi suegro, tiene 84 años, también un hijo de él que también es albañil, pero nada más me hicieron los cimientos, porque se lastimó la rodilla.

“Me traje a uno de por allá donde estoy trabajando, en Palomares, pero yo creo que me estafaron, como no hay quien los vigile, ellos decían ‘llegamos temprano, desde las 6, 7 de la mañana, nos fuimos a las 6, 7 de a la noche’, pero nadie los veía. Me hizo una porquería, hizo una pared que estaba descuadrada, cuando llegué para poner los castillos tenía una pendiente como de ocho centímetros, cuando llegó otro albañil me dijo que eso no iba a servir y la tuve que tirar.

Después trajo dos albañiles más, de Jáltipan, Veracruz, uno de ellos trajo a su sobrino y aun peón, “tenía tres albañiles y un peón, diario me gastaba mil 500 pesos, más la comida, tiene como dos meses que le pararon”.

A la par de reconstruir su casa, don René sigue buscando su ascenso en el magisterio, a donde entró cuando uno de sus tíos le dejó la plaza.

“Yo no quería, yo tenía un puesto de ropa que me dejó mi mamá pero al final me daba unas aburridas que la última vez que me dijo ‘yo ya me voy a ir, vas a querer entrar o no’. Empecé a entrarle al ruedo, hace 19 años que estoy en el magisterio, doy clases en secundaria.

“Yo tenía la licenciatura en Relaciones Comerciales, me metí a estudiar la licenciatura en Historia, en la normal superior, empecé como prefecto, terminé la carrera, ascendí, me mandaron a Cotzcocón, Mixe, hubo conflicto con la 59 y me regresé a Donají, a Palomares, llevo ahí unos 11 años, ahí semaneo, porque para llegar ahí me hago tres horas, si está el autobús cuando yo salgo, la mayoría de las veces tengo que salir de aquí a las dos de la mañana para estar ahí a las siete.

“En tres o cuatro meses habrá oportunidad de otro ascenso, aquí o en donde sea, llegaría como director o subdirector, quiero que digan éste estudió aquí y ahora ya es director”.

 

“Fuimos a pedir prestado, pero no nos alcanzó”

La fachada de la casa de doña Elvia atrae por limpieza y el orden. Son cuatro piezas separadas de las cuales solo una tiene puerta y ventana. En ella vive junto a su esposo, pensionado de Pemex; ella, jubilada del magisterio. En ambas instituciones fueron a pedir dinero para avanzar más, acudieron también a bancos, pero ahora ya no hay otro lado a donde voltear.

“El dinero que nos dieron no alcanzó. Somos cuatro familias que vivimos acá, fueron cuatro casas dañadas, nos dieron dos apoyos por daños”, nos cuenta.

-¿Alcanzó?
“Qué va a alcanzar, estamos endeudados, mis hijos no están aquí, viven en la casa de la gente, debemos ver qué vamos a hacer, hemos gastado como 500 mil o 600 mil pesos, ya recorrimos todo, donde trabajamos, fuimos a pedir prestado, pero no nos alcanzó para terminar.

“Mi hijo trabaja en aluminio, necesitamos hacerle un cuarto, un taller, para que trabaje, porque ahorita está trabajando debajo del árbol con una señora que nos prestó el patio”, nos cuenta doña Elvia.

 

“Me quedan pocas fuerzas”

Doña Yuridia tiene tres hijos, dos en edad primaria y uno de año y medio. Tardó 13 años en construir junto a su marido la casa que se destrozó en tres minutos. Sabe que si bien no hay a quien responsabilizar por un fenómeno natural, los recursos que recibieron fueron pocos.

“Cuando hice mi primera casa la tonelada de varilla me costó 11 mil pesos, ahora llegó hasta 18 mil pesos. Mi casa estaba nueva, desafortunadamente nos vino a tocar la desgracia, porque ¿a quién le echamos la culpa?, a nadie”, expresa mientras lava los trastes que se utilizan en el puesto de venta de pollos asados colocado sobre la calle principal de Ixtaltepec, en cuyo recorrido se pueden observar el centro cultural que se mantiene apuntalado, una escuela primaria en la que apenas se está excavando para colocar los cimientos y la pared de la cual se arrancó el palacio municipal.

“No me quejo de lo que dio el gobierno, pero no alcanzó, por lo mismo de que se dispararon los precios, aquí nos ayudaron con la tonelada de cemento, que nos lo dieron a 2 mil, pero nada más.

“En cuanto a reconstrucción, al menos yo, voy muy lenta, demasiado, y para ser honesta, ya me quedan pocas ganas, haber levantado una casa me costó casi 13 años junto con mi esposo, para que en tres minutos se fuera, hay que buscar la manera de seguir adelante”, asegura doña Yuridia.


aa

 

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