La relación entre el expresidente Donald Trump y el magnate Elon Musk atraviesa una crisis. Este jueves, Trump expresó su “decepción” tras las críticas públicas de Musk al proyecto de ley fiscal y de gastos conocido como la “Big Beautiful Bill Act”, pieza clave de su agenda legislativa.
Desde la Oficina Oval, Trump declaró: “Mira, Elon y yo teníamos una relación excelente. No sé si la seguiremos teniendo”. El mandatario sugirió que Musk podría estar molesto por no seguir colaborando en su administración, insinuando que su oposición podría derivar en ataques personales.
El conflicto se centra en la propuesta de eliminar los créditos fiscales al consumo para vehículos eléctricos, una medida que Musk ha criticado como una “abominación repugnante”. A través de su cuenta en X (anteriormente Twitter), Musk instó a sus seguidores a contactar a sus legisladores para rechazar el proyecto, calificándolo de “robo de impuestos”.
A pesar de la eliminación de los incentivos para vehículos eléctricos, Musk ha expresado su acuerdo con esta medida, pero subraya que su oposición al proyecto se debe al aumento del déficit federal que conlleva. Analistas no partidistas estiman que la ley podría añadir entre $2.4 y $5 billones al déficit nacional en la próxima década.
La disputa ha tenido repercusiones en los mercados financieros. Las acciones de Tesla cayeron casi un 9% tras las críticas de Trump, ampliando una caída acumulada del 25% en lo que va del año. Además, la imagen de la marca se ha visto afectada en mercados clave como Europa, China y California, donde los consumidores demócratas ya mostraban reticencia debido a la asociación de Musk con Trump.
El enfrentamiento entre Trump y Musk podría tener implicaciones significativas para las elecciones intermedias de 2026. La Casa Blanca ha minimizado la influencia de Musk en la política actual, indicando que ya no forma parte de la administración. Sin embargo, la división interna en el Partido Republicano podría afectar su unidad y desempeño electoral.
Este conflicto destaca la creciente polarización en la política estadounidense y la influencia de figuras empresariales en la formulación de políticas públicas. La resolución de esta disputa podría redefinir las alianzas dentro del Partido Republicano y su estrategia para las próximas elecciones.