Bastaron 4 rondas, la tercera de este jueves, para que el catolicismo escuchara dos palabras en lengua latina ¡Habemux Papa! y en unos minutos más se conocerá a quien tomará el trono de San Pedro y sucederá a Francisco como obispo de Roma.
Millones de personas siguen por la televisión la imagen fija de la chimenea que hace unos minutos emitió humo blanco, señal inequívoca de que los 133 cardenales electores y “papables” se pusieron de acuerdo.
En la Plaza de San Pedro, cientos de miles de personas están esperando con celulares en mano tras la anunciada elección del nuevo papa, el 267 en la historia y sucesor de Francisco. Al mismo tiempo, comenzaron a repicar las seis imponentes campanas de la Basílica de San Pedro, en señal de júbilo.
¿Quién habrá sido elegido entre los 133 electores de todos los continentes? ¿Se habrán cumplido los pronósticos? ¿Será el primer papa asiático el elegido? ¿Habrá regresado el papado a Italia después de 47 años?
Se espera que en pocos minutos, aunque en 2013 el anuncio se realizó aproximadamente una hora después, el cardenal protodiácono, el corso-francés Dominique Mamberti, salga al balcón central de la Basílica de San Pedro, conocido como la “loggia”, para pronunciar el tradicional anuncio en latín: “Habemus Papam”, seguido del nombre del elegido y el que adoptará como pontífice, todo en latín.
En estos momentos están ungiendo al nuevo pontífice y en la Sala de las Lágrimas el nuevo Papa elige el nombre que llevará en su pontificado. La elección del nombre ya encerrará un mensaje porque dará a entender cuál es el programa, a grandes rasgos, del nuevo pontífice.
Su antecesor argentino, Jorge Bergoglio, sorprendió al mundo el 13 de marzo de 2013, cuando, a los 76 años, se presentó en el balcón con un informal “Queridos hermanas y hermanos, buonasera”, pero lo que realmente dejó una huella histórica fue su decisión de adoptar el nombre de Francisco. En honor al santo patrono de Italia y de Asís, quien, en la Edad Media, renunció a sus riquezas para dedicarse a los pobres, celebró la belleza de la naturaleza y se sintió llamado a reconstruir la Iglesia.
El nuevo papa, siguiendo la tradición, habrá pasado por la sacristía de la Capilla Sixtina, conocida como la “habitación de las lágrimas” debido a los muchos pontífices que, conmovidos, han roto en llanto allí al tomar conciencia de la gigantesca responsabilidad que implica liderar una Iglesia de más de 1400 millones de fieles.