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México tuvo que resistir, por un tiempo, que ningún país quisiera comprar petróleo ni plata.


Nuestro petróleo | El Imparcial de Oaxaca

Por: Juan José Ibánez

Hola mis queridos lectores, espero que estén muy bien en este fin de semana que será largo para quienes vamos a la escuela, ya que mañana no tenemos clases y siempre cae bien un descanso, ¿no creen? bueno, como se pueden imaginar por el título de esta colaboración, el tema del día de hoy es la Expropiación Petrolera Mexicana.

Pues bien, primero definamos qué es expropiación; la palabra expropiación se quiere decir que el gobierno le quita algún terreno o un bien a una persona o grupo de personas y se lo “paga” con una indemnización. Eso fue lo que hizo el entonces presidente Lázaro Cárdenas a las compañías estadounidenses, inglesas y holandesas, a las cuales años antes les había entregado permisos, llamados concesiones, para explotar yacimientos de petróleo, en los estados de Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí, desde 1906 de manera intensiva.

Hacia finales de los sucesivos gobiernos de Porfirio Díaz, la actividad en el ramo petrolero no era del todo significativa para el país, aunque ya representaba altos dividendos para las compañías y los países de donde provenían esas compañías.
Con el paso de los años los diferentes presidentes tuvieron diversos conflictos con las empresas, en su mayoría estadounidenses, ya que estas no querían pagar impuestos por los permisos concedidos por el gobierno.

Hasta que la mañana del 18 de marzo de 1938, la Junta Central de Conciliación y Arbitraje emitió un laudo (decisión o decreto) con el que rescindió el contrato colectivo de trabajo entre las empresas y el sindicato petrolero, como una medida que solucionaría el conflicto obrero-patronal y para liberar de sus obligaciones a los trabajadores. De inmediato, los representantes de las compañías acudieron con el presidente Cárdenas para decirle que cumplirían con el fallo de la Suprema Corte de Justicia y subirían los salarios de los obreros. El presidente les contestó que ya era tarde y que se tomarían medidas extremas.

 

De hecho, su decisión se venía conformando desde una semana atrás. La negociación de los dirigentes de las petroleras con Cárdenas no disminuyó el conflicto. Los gerentes amenazaron al Estado mexicano con retirar la inversión de sus capitales y abandonar el país, bajo la protección de sus respectivos gobiernos. La furia y la intransigencia se apoderaron de las compañías, por lo que el presidente tomó medidas legales para defender a los trabajadores petroleros, pero también para aplicar la ley.
El 18 de marzo, a las diez de la noche y apoyado por su gabinete, por la Suprema Corte de Justicia y por el Congreso de la Unión, Lázaro Cárdenas del Río dio a conocer el decreto de expropiación de todos los bienes muebles e inmuebles que pertenecían a diecisiete compañías petroleras inglesas y estadounidenses que operaban en México.

Al amanecer del 19 de marzo, los trabajadores petroleros tomaron posesión de las instalaciones de las compañías expropiadas y el gobierno expidió otro decreto que determinó la conformación del Consejo Administrativo del Petróleo, con la intención de coordinar la administración temporal de los bienes y las actividades de los consejos establecidos con las secciones sindicales. Vicente Cortés Herrera fue designado gerente general de ese organismo. Igualmente, se instituyó el Fondo de Cooperación Nacional para conformar y reunir, organizadamente, recursos que permitieran el pago de las indemnizaciones a las compañías expropiadas.

Desde entonces el petróleo que hay en los yacimientos de nuestro territorio es nuestro. Amigos, queridos lectores, espero que les haya resultado interesante este artículo, nos leemos en otra ocasión y pasen un feliz domingo. ¡Adiós!