El té jazmín es una infusión aromática que guarda una gran historia. Parece ser que fue creada en China, sobre el año 1000, durante la dinastía de Song. El nombre de la planta tiene su origen en el persa “yasmin”, que significa “fragancia”, y es que esta flor tiene uno de los aromas más dulces del mundo.
Lo consideran la representación del elixir de la vida, con unas impresionantes propiedades naturales y perfumado con el delicioso aroma dulce de la flor de jazmín.
Es producido mediante la fusión del té verde y la fragancia de las flores de jazmín. A pesar de que es posible utilizar otras variedades de té, esta es la más común.
Los diferentes tipos de té jazmín pueden tener distintos niveles de fragancias. Para producir los sabores más intensos, las hojas se mezclan con flores de jazmín de forma repetida hasta alcanzar el resultado deseado.
Propiedades
Las propiedades de este tipo de té son diversas. En la India es conocido como jati y forma parte de la medicina ayurvedica a la que contribuye con sus múltiples beneficios medicinales. La utilizan, por ejemplo, para preparar mascarillas faciales que mejoren la salud de nuestro cutis. Esto lo hacen a base de una pasta preparada con la raíz, la cual contiene también propiedades que ayudan a mejorar los síntomas derivados de las migrañas o las jaquecas.
Las hojas frescas se utilizan también para aliviar los dolores bucodentales.
Otro de los usos que se le da a esta planta, en este caso a la flor, es para bajar la fiebre o eliminar los mareos, los dolores de cabeza y el vértigo.
Los pétalos de esta flor contienen benzoato de bencilio, un principio químico muy efectivo para tratar la sarna o la pediculosis entre otros.
También contiene fitol, que se trata de una sustancia empleada para la creación de las vitaminas E y K en síntesis, además de linalool, jasmonato de metilo e isofitol.
Por todo esto y por todos los componentes del té de jazmín, se le atribuyen propiedades antioxidantes, antisépticas, relajantes, somníferas y antiespasmódicas.