No aplicar reglas en el hogar afecta la conducta y desarrollo de los estudiantes
La educación es una tarea compartida entre la familia y la comunidad educativa para la fomentación de valores civicos a los estudiantes
La familia es el primer y más importante ámbito en el que los niños aprenden a relacionarse con los demás. Cuando las familias desatienden su rol educativo, puede repercutir en la escuela, mostrándonos estudiantes que tienen una actitud de indiferencia, apatía, falta de compromiso e incluso falta de respeto hacia otros actores del sistema educativo como compañeros, profesores y directivos.
Con esto se provoca que no reciban modelos de conducta positivos ni valores sólidos. Si los padres no establecen reglas consistentes y no promueven el respeto por los demás, los niños tienden a comportarse de manera irrespetuosa en los diferentes contextos en los que se encuentre.
La familia tiene la responsabilidad de fomentar valores como el respeto, la empatía y el compromiso, fundamentales para la sana convivencia en el ámbito escolar y en el pleno desarrollo de los estudiantes. Para formar alumnos comprometidos y respetuosos se necesita una buena colaboración entre la familia y la escuela.
Cuando un maestro se encuentra con grupos de estudiantes desmotivados, desconectados o incluso irrespetuosos, se enfrenta a una serie de desafíos que a menudo son difíciles de superar y sobrellevar hasta para él.
Por esto, el docente también debe cuidar su propia motivación y bienestar, ya que la confrontación constante con estudiantes desmotivados o irrespetuosos le puede provocar frustración y agotamiento.
Para prevenir comportamientos inadecuados en los estudiantes, se necesitan canales efectivos de comunicación con los padres, fomentar su participación activa en la educación de sus hijos e implementar programas de formación y sensibilización familiar que les proporcionen herramientas y recursos para fortalecer su rol como educadores.
El comportamiento desafiante entre los estudiantes requiere una acción concertada por parte de la familia y las instituciones educativas. La familia tiene la responsabilidad principal de promover los valores, mientras que las escuelas deben brindar apoyo y recursos a los maestros promoviendo programas de capacitación para los padres.
Es mediante esta colaboración entre la familia y la comunidad educativa que será posible formar alumnos comprometidos, respetuosos y conscientes de sus responsabilidades cívicas.
Es hora de recordar que la educación es una responsabilidad compartida y que solo a través de la participación activa y comprometida de todos los actores involucrados podremos brindar a los niños una educación no solo académica, sino basada en valores sólidos para su desarrollo integral.