Hábitos que inciden en el desarrollo cerebral del niño
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Familia

Hábitos que inciden en el desarrollo cerebral del niño

Hasta los tres años de edad, el cerebro se desarrolla a un ritmo increíble. Sin embargo, este desarrollo continuará muchos años más, y su maduración hasta la adolescencia.


Hábitos que inciden en el desarrollo cerebral del niño | El Imparcial de Oaxaca
Foto: Internet

El cerebro comienza a formarse desde las primeras etapas de la gestación. Luego, una vez venido al mundo, el desarrollo cerebral continúa, especialmente durante los primeros años de la infancia. ¿Podemos estimular el desarrollo cerebral de nuestros hijos? ¿Existen hábitos que pueden incidir y potenciarlo? En este artículo, te lo contamos.

El desarrollo cerebral del niño

El cerebro comienza a formarse a las dos primeras semanas de gestación. Posteriormente, hacia el final del embarazo, se conforma la corteza cerebral. No obstante, no está desarrollada del todo, y no lo hará hasta después del parto.

En efecto, al nacer, el cerebro del bebé está aún en proceso de formación y maduración. De hecho, no es hasta la edad de los tres años cuando alcanza prácticamente el 80 % de un cerebro adulto. Se trata, por tanto, de una etapa en la que el cerebro se desarrolla a una velocidad impactante, seguramente la razón por la cual no somos capaces de recordar acontecimientos previos a esa edad.

Así, los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo cerebral. De hecho, se desarrollarán muchas de sus estructuras básicas:

  • La corteza visual. Hacia los seis meses el bebé ya puede ver prácticamente como un adulto (profundidad, enfoque, etc.)
  • El cerebelo multiplica su tamaño, permitiendo el desarrollo de las actividades motoras.
  • La mielinización se hace más rápida, permitiendo que los mensajes lleguen mucho más rápido al cerebro.
  • Crecimiento neuronal. Se crean muchas sinapsis neuronales, incluso más de las que llegarán a la edad adulta. Esto explica por qué los niños pueden aprender más cosas y más rápidamente que los adultos.

Sin embargo, el desarrollo no termina a esta edad. Por el contrario, seguirá desarrollándose a un ritmo vertiginoso, continuando su maduración hasta incluso la adolescencia.

El desarrollo cerebral es, además, un proceso activo e interactivo que se va conformando a medida que el niño va creciendo y aprendiendo. Por eso, influyen factores no sólo biológicos o físicos, sino también otros como el entorno (padres, cuidadores), el estilo de vida, etc.

Hábitos que inciden en el desarrollo cerebral del niño

1. Interactuar

desarrollo cerebral del niño

Cuando un niño se expresa, ya sea balbuceando o llorando, y encuentra como respuesta un contacto visual, un abrazo o una respuesta oral, en su cerebro se establecen o refuerzan conexiones neuronales que posteriormente le ayudarán a desarrollar sus habilidades comunicativas y sociales.

Se trata de lo que en el Centro de Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard denominan «serve and return«. De hecho, los científicos de este centro indican que una relación sin interacción, es decir, sin respuesta, puede incluso llegar a ser un grave peligro para el desarrollo del niño.

En efecto, para su correcto desarrollo, el cebrero necesita interacción de forma que reciba la estimulación adecuada. Si no existe, las respuestas de estrés se activarán, liberando hormonas que pueden llegar a provocar deficiencias en el desarrollo cerebral.

2. Evitar el estrés tóxico

Según el Centro de Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard, es importante prestar atención a cómo el niño aprende a afrontar las adversidades durante su desarrollo.

Cuando nos sentimos amenazados, es normal que nuestro cuerpo responda con determinadas reacciones físicas tales como el aumento del ritmo cardíaco y la liberación de hormonas como el cortisol. En este sentido, un niño que encuentra un ambiente positivo y de apoyo en estos momentos, aprenderá a regular con éxito su estrés, incluso a nivel fisiológico.

Por otra parte, niños que al sentir una amenaza no encuentran calma y apoyo y, por tanto, su respuesta es extrema o duradera, pueden incluso sufrir daños en su arquitectura cerebral, según este Centro.

Por esta razón, debemos mostrar apoyo y ayudar al pequeño a controlar y calmar sus respuestas de estrés tóxico. Para ello, debemos apoyarlo de forma que pueda aprender a convertirlas en respuestas de estrés normales y positivas. Así, es necesario que el niño cuente con el apoyo estable de su entorno.

Ejercicio físico

Niño a hombros al aire libre

El ejercicio físico es también determinante en el desarrollo cerebral. En efecto, como es lógico, el cerebro está vinculado a la salud general. En este sentido, algunos estudios indican que el ejercicio durante la infancia puede mejorar las funciones cognitivas de los más pequeños.

Pero, es más, el ejercicio físico parece estar vinculado también a un menor riesgo de depresión infantil, según un estudio. En este sentido, el ejercicio está más que recomendado para la prevención de condiciones mentales que podrían aparecer posteriormente.

Así, por ejemplo, no debemos olvidar que algunos ejercicios aeróbicos como montar en bicicleta tienen un impacto realmente positivo en niños hiperactivos o con déficit de atención.

Amor

La relación que se establece entre el niño y la persona que lo cuida es fundamental. En efecto, es de suma importancia para su desarrollo físico, emocional e intelectual.

El niño necesita sentirse protegido, seguro y cuidado. Asimismo, necesita una referencia estable de apoyo, dedicación, responsabilidad y amor. Por esta razón, quienes se encuentran a cargo de niños deben mostrarse siempre receptivos y dispuestos a responder.

De hecho, unos progenitores o cuidadores con una actitud indiferente pueden ser motivo para la aparición posterior de problemas mentales. Por ejemplo, trastornos del aprendizaje, ansiedad y de comportamiento, entre otros.

Como has podido comprobar, el cerebro se encuentra en constante desarrollo durante la infancia. Por eso, para un desarrollo sano y saludable, es necesario que la interacción con su entorno y las personas que lo cuidan sean estimulantes y activas.