La muerte ha sido en todas las culturas y a través de la historia, un evento que invita a la reflexión, a rituales, a ceremonias, a la búsqueda de respuestas, que causa temor, admiración e incertidumbre.
A pesar de que esta celebración tiene orígenes en el México prehispánico, las familias mexicanas de la actualidad se han apropiado de ella dándole un toque muy particular, con elementos muy coloridos, música, flores, comida deliciosa y altares increíbles.
Sin embargo, la influencia estadunidense ha convertido esta celebración en un híbrido que mezcla elementos del Día de Muertos con el Halloween, otra celebración que no tiene nada que ver con la nuestra pero que se ha ido instalando poco a poco, sobre todo en las nuevas generaciones.
Si bien aún se siguen conservando casi todos los elementos de la celebración original como los altares, las ofrendas y las idas al panteón para visitar y convivir con los que ya se han ido, los niños y jóvenes también han optado por disfrazarse de personajes de películas de terror y salir a las calles a “pedir calaverita”.
Si bien ninguna de estas actividades está mal, el temor a perder nuestras tradiciones por culpa de influencias extranjeras va en aumento.
El Día de Muertos es una de las festividades más representativa de la cultura mexicana. Uno de nuestros mayores atractivos. Y no solo se trata del marketing que existe (lamentablemente) por la sobreexplotación de nuestras tradiciones, sino de un hecho que es parte de nuestra identidad y que debe ser defendido y conservado.
El significado de esta celebración es lo más importante, el honrar a nuestros muertos, aquellos que alguna vez estuvieron a nuestro lado, y es lo que al parecer, los más jóvenes hoy en día no han terminado de entender causándole el coma a una de nuestras fiestas más importantes.
Sin embargo, para bien o para mal, ambas fiestas se han arraigado tanto que han podido convivir por muchos años y al parecer el Halloween llegó para quedarse. Aun así, sabemos que como buenos mexicanos nuestras tradiciones se adaptan y lejos de perderse se enriquecen, sin embargo no hay que olvidar nunca la verdadera razón del porqué celebramos el Día de Muertos y sobre todo, nunca olvidar nuestras raíces.
