La fecha de la Semana Santa, a diferencia de otras festividades como la Navidad, no es fija. Cada año, su fecha varía, ya que depende de los ciclos lunares. En lugar de seguir un patrón anual, como el 25 de diciembre para la Navidad, la Pascua se calcula según la primera Luna llena después del equinoccio de primavera, lo que provoca que los festejos puedan caer en marzo o abril.
Este curioso fenómeno es explicado por el académico Daniel Flores, del Instituto de Astronomía (IA), quien señala que la relación entre las fases de la Luna y las fechas de las festividades ha sido fundamental para medir el tiempo a lo largo de la historia.
EL CICLO LUNAR Y LA SEMANA SANTA
Según Flores, en charla UNAM Global TV, para el cálculo para determinar la fecha de la Semana Santa es bastante sencillo: primero se debe encontrar el equinoccio de primavera (entre el 19 y el 21 de marzo), luego se localiza la primera Luna llena después de esa fecha, y finalmente, el domingo siguiente será el día de Pascua.
Este método, basado en los ciclos lunares, no solo afecta a la Semana Santa, sino también a otras festividades ligadas a la Luna, como el Año Nuevo chino y el Ramadán.
¿POR QUÉ LA LUNA MARCA NUESTRAS FESTIVIDADES?
La fascinación por los ciclos lunares no es exclusiva de Occidente. Desde tiempos remotos, diversas culturas alrededor del mundo han usado la Luna para medir el tiempo.
Flores explica que, aunque el Sol fue el principal referente para los calendarios solares de 365 días, la Luna siempre ha jugado un papel importante en la determinación de eventos clave, como las fiestas religiosas o agrícolas.
La influencia de la Luna no termina en las festividades. También tiene un impacto significativo en actividades cotidianas como la siembra y cosecha de cultivos, la pesca y la navegación. Muchos trabajadores del campo siguen consultando los ciclos lunares para determinar los momentos más adecuados para realizar estas tareas esenciales.
LA LUNA EN NUESTRA CULTURA Y PROMESAS FUTURAS
La Luna sigue siendo un tema de fascinación. Flores recuerda el histórico 20 de julio de 1969, cuando la humanidad presenció el primer alunizaje del Apolo 11. Este evento dejó una promesa en el aire: algún día, los humanos viajarían a otros planetas, no solo con sondas, sino estrictamente. Según Flores, ese viaje tripulado a Marte ya está más cerca de lo que creemos, y será una generación joven la que será testigo de este avance.
Más allá de los avances científicos, la Luna ha influido profundamente en nuestra cultura y relatos. En México, por ejemplo, el nombre del país en náhuatl, Mēxih, significa “en el ombligo de la Luna”, lo que refleja cómo la fascinación por este satélite ha marcado la historia y las costumbres de las culturas originarias. Este interés sigue vivo, como ocurrió en el eclipse total del 11 de julio de 1991, cuando miles de mexicanos interrumpieron sus actividades para vivir en directo este fenómeno celestial.
LA LUNA Y EL FUTURO
Hoy en día, la Luna sigue siendo un tema central no solo para las ciencias astronómicas, sino también para muchas tradiciones culturales y sociales. Su influencia va más allá de la determinación.
El vínculo entre la humanidad y la Luna es tan profundo como su influencia en nuestras vidas. Esta conexión, marcada por los ciclos de la Luna, sigue siendo esencial en la determinación de festividades y actividades esenciales para la sociedad moderna.