¿Por qué somos científicas? Cinco mujeres hablan de su vocación y de la falta de referentes
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¿Por qué somos científicas? Cinco mujeres hablan de su vocación y de la falta de referentes

Este viernes, 11 de febrero, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia


¿Por qué somos científicas? Cinco mujeres hablan de su vocación y de la falta de referentes | El Imparcial de Oaxaca

“Si ella puede hacerlo, yo también puedo”. Este viernes, 11 de febrero, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una jornada para reivindicar a las mujeres que investigan e innovan y para denunciar estereotipos que aún alejan a muchas niñas de las carreras científicas, tecnológicas e ingenierías.

Las científicas María Blasco, Clara Grima, Paloma Díaz, Pilar Martín y Rosaly Lopes relatan a Efe qué les hizo estudiar sus carreras, cuáles fueron sus referentes y qué hay detrás de estudios que constatan que ya a los 6 años los menores desarrollan la idea de que las niñas están menos interesadas que los niños en la informática o en la ingeniería.

Curiosidad e investigación

Si la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco, tuviera que explicarle a una niña por qué es científica, le diría que porque “me gustaría curar enfermedades todavía incurables y alargar la vida para que nos muriésemos muy, muy tarde”.

Nombra, entre sus referentes, a Margarita Salas, quien «empezó la Biología Molecular en nuestro país y con quien aprendí a ser una científica», y también a sus mentoras Elizabeth Blackburn y Carol W. Greider, que recibieron el Nobel de Medicina en 2009. Con ellas Blasco se adentró en su tema de trabajo actual, el papel de los telómeros -extremos de los cromosomas- en cáncer o envejecimiento.

Salas, junto a Marie Curie, también es mencionada por Pilar Martín, jefa de grupo en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y experta en inmunología, aunque dice que su primer referente fue Félix Rodríguez de la Fuente: “Aunque suene a tópico, marcó a muchos de mi generación”.

“Las dos cosas que más me gustaban eran la naturaleza y saber cómo funcionaban los seres vivos, por lo que no tuve duda en estudiar Biología”.

Sin embargo, cuando fue avanzando en su carrera se dio cuenta de que el trabajo en el laboratorio le fascinaba: “Simplemente no puedo imaginar un trabajo más bonito”.

Una noticia en Brasil

Un artículo en un periódico brasileño sobre Frances Northcutt fue lo que inspiró a la vulcanóloga y astrónoma brasileña de la NASA Rosaly Lopes. Northcutt fue una matemática e ingeniera, también de la NASA, cuyos cálculos fueron claves, entre otros, para traer de regreso a la tripulación del Apolo 13 que tuvo que abortar la misión por una explosión en un tanque de oxígeno.

Lopes, que primero quiso ser astronauta -los problemas de vista no lo hubieran posibilitado-, recortó la noticia que venía acompañada de una foto del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston en la que “Poppy”, como se conoce a Northcutt, era de las pocas mujeres en la sala. “Como chica te das cuenta de que sí, yo también puedo hacerlo”.

“Seguí mi pasión y todo el mundo debería hacerlo. La mía desde niña ha sido la exploración espacial”.

La falta de referentes es un problema

Clara Grima, de la Universidad de Sevilla, fue animada por un profesor de Filosofía a estudiar matemáticas. Pensó que sería maestra en un instituto pero le gustaron tanto, “es un mundo tan fascinante, que ya no quise dejar de estudiarlas, por eso -además- investigo”. Sus referentes son sus padres, que no son matemáticos ni tienen una titulación pero “son dos ejemplos de lucha y trabajo constante”.

Para la directora de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Carlos III de Madrid, Paloma Díaz, su trabajo es «muy motivador y estimulante porque permite comprobar cómo la ingeniería informática puede contribuir a construir un futuro digital más humano». Esta catedrática del departamento de Informática investiga en el campo de la interacción entre personas y máquinas, explorando cómo distintas tecnologías -como la realidad aumentada o virtual o la inteligencia artificial- pueden resolver problemas ciudadanos.

“En mi época no había muchos referentes femeninos porque no se visibilizaban, pero cuando conocí la historia de Ada Byron -primera programadora de la historia- me inspiró profundamente y me ayudó a entender que no me había equivocado al elegir informática”, cuenta.

Borrar estereotipos

Cada vez menos chicas eligen estudiar Matemáticas e Informática, una brecha de género que ha crecido en las últimas décadas en bachillerato, FP y la universidad. «Necesitamos borrar falsos estereotipos sobre las carreras en tecnología y sobre las personas que las persiguen», apunta Díaz.

“La mayoría de las potenciales estudiantes se pierden antes de los 11 años, porque no se ven o su entorno familiar o escolar no las ve estudiando carreras tecnológicas”.
Martín apunta además otro problema: el techo de cristal. “Las jóvenes ven a muy pocas mujeres que hayan tenido éxito en sus carreras y hayan conseguido llegar a puestos de responsabilidad y esto, definitivamente, no ayuda a fomentar vocaciones”.

Hay estudios, como el publicado recientemente en la revista científica PNAS, que advierte de que a los 6 años los menores creen que las niñas no quieren ser informáticas o ingenieras. Otros que demuestran que a partir de esa edad las niñas empiezan a asociar inteligencia y brillantez con masculinidad.

Matemáticas y científicas brillantes

Estos datos, indica Blasco, son muestra de que hay estereotipos desde edades muy tempranas y que deben estar transmitiéndose desde la sociedad, las familias, centros educativos en los libros de texto solo aparecen un 7,5% de referentes femeninos o publicidad, lo que perjudica a las niñas; “hay que ser muy conscientes de ellos para evitarlos”.

Grima, del departamento de Matemática Aplicada I de la universidad sevillana, dice sentirse enfadada y sobre todo triste con estos datos: “Es una tontería, la matemática y tecnología se hacen con lo que tenemos entre las cejas y el pelo y eso no tiene ningunos genitales”.

Con las matemáticas, añade, “hay lo que yo llamo ansiedad social”, que tiene que ver mucho con la forma tradicional de enseñarlas. Esta ansiedad se transmite a niños y niñas antes de que las estudien.

En España hay muchas mujeres dedicadas a la tecnología, ingeniería o informática que son muy brillantes: “Lo que hay que hacer es mostrar” estos modelos y apartar estereotipos, apunta Grima. “Las matemáticas y la informática, y así hay que transmitirlo al público general, son las herramientas más poderosas para salvar el mundo”.