Tzofo (siembra en otomí) es un largometraje documental y ópera prima de Salvador Martínez Chacruna, el cual se centra en la vida de Juliana Martínez, su madre, quien hace un recorrido introspectivo al pasado, en el cual habla de sus dolores, sueños y su existencia en general.
Filmada en las regiones otomíes de Malinalco y Toluca, Estado de México, la pieza surgió como una necesidad del director para hacer una catarsis familiar y hablar de temas muy cercanos e íntimos, que duelen a nivel emocional y que creyó necesario externar para poder soltar, perdonar y liberar.
“Empecé a tener muchas dudas de mi vida familiar, con mi padre, con mis hermanos y necesitaba poner orden en mi historia. Es un poco lo que hago con la película. Se van aclarando muchas preguntas que yo tenía”, comenta en entrevista Martínez Chacruna.
El trabajo, explica, fue muy valioso porque jugó distintos roles, desde ser el director de la película y, al mismo tiempo, el detonador de cosas familiares.
“De pronto olvidé que era el hijo de la protagonista y que la historia era también muy íntima. Fue un proceso de multi disfrute a lo largo de toda la filmación, que duró alrededor de cuatro años y medio hasta su conclusión”.
Juliana Martínez narra en otomí de principio a fin y –aunque nunca aparece a cuadro hablándole al público– su voz se escucha mientras realiza sus actividades cotidianas con momentos performáticos “digamos que como tal no es una película que se centre en su vida, sino en un registro de su subconsciente”.
Recuerda Martínez Chacruna que la emergencia sanitaria por la COVID-19 fue un momento idóneo para que su madre y él pudieran tener muchas conversaciones; de ahí surgieron las seis entrevistas en audio que utilizó para el proyecto, que en ese momento no pensaba que serían la voz de Tzofo.
Diálogo íntimo
La fotografía estuvo a cargo de Diana Garay, quien, de acuerdo con el director, le dio riqueza e hizo crecer el proyecto, como fotógrafa y productora, porque contribuyó a que Tzofo creciera técnica y económicamente, y que tuviera un alcance más profesional.
El uso de voz en off, explica el cineasta, le pareció imprescindible pues, de esa manera, se establecía un diálogo íntimo con su madre a través de las conversaciones en otomí; para ello, se inspiró en el trabajo de Tatiana Huezo, quien lleva mucho tiempo con exploraciones de dicho recurso.
La película Tzofo es sanadora y un abrazo al mundo desde sus mensajes. “Para mí ha sido una mezcla de las experiencias de todos los integrantes creativos de la película: de la música, el diseño sonoro, la fotografía, la animación. También fue un arriesgue, por ejemplo, el trabajo de animación con Esteban Azuela. Fue un reto integrarlo sin que se sintiera de sobra, pero logró algo bastante genuino, se sienten honestas sus intervenciones en los momentos clave”.
Martínez Chacruna celebró que Tzofo abra una nueva posibilidad de producción entre los pueblos originarios de México y Centroamérica “espero que sirva de inspiración para seguir trabajando en otras comunidades”.