Si algo hay relevante en el conjunto arquitectónico de Monte Albán es su geometría sedentaria, su geometría ordenada conforme a un esquema de introversión.
Monte Albán se erige en una plataforma, la cual se cierra debido a la disposición de sus propios edificios. Todos ellos ven hacia dentro; y algunos de ellos ocupan el centro mismo de la plataforma. Se introvierten formando un microcosmos inmóvil, sempiterno en torno al cual merodean los astros. La aludida inmovilidad resulta de la pesantez propia de estos edificios; y la pesantez, de la masividad horizontal de sus envolventes geométricas combinadas con ángulos similares a los de las tierras en reposo.
Estas estructuras se conciben como un sistema planetario en el cual los edificios centrales hacen las veces de estrella en torno a la cual gravitan los edificios externos cual planetas vasallos. Gravita sedentarios, quietos, sin girar, sin trashumancia. Los edificios montealbanos son bajos como si desde siempre hubieran tomado conciencia del telúrico suelo en el que están asentados. Todo en ellos sugiere quietud: sus amplias escaleras, sus anchas alfardas, sus robustas columnas, sus serenos patios no hablan, solo escuchan y miran. Se trata de edificios que se encuentran sentados mirándose unos a otros, haciendo rueda como en una solemne ceremonia. Son gigantes de piedra que se quedaron sentados en la mesa; en una mesa estática abierta a las estrellas.
Los edificios montealbanos están compuestos por volúmenes poliédricos cuya tendencia es caer; siempre caer como seducidos por la posesividad de nuestra gravedad terrestre; volúmenes multifacéticos cuya riqueza compositiva es única; volúmenes que al impacto energizante de la luz generan sombras densas que se convierten al instante en grave ornamento. En Monte Albán todo es grave, hasta el aire.
¿Y de Mitla qué hay?
¡Ah! Si la arquitectura de Monte Albán se caracteriza por un brutalismo elegante, la de los antiguos palacios de Mitla se distingue por el gusto exquisito de las texturas de sus paramentos.
De los cinco grupos de edificios que componen el conjunto arqueológico, es el llamado Grupo de las Columnas, el que mejor acusa esta característica. Estamos ante una creación plástica propia del Horizonte Postclásico que del Monte Albán del horizonte anterior ha heredado las molduras dentadas en doble franja que enmarcaban los tableros de sus estructuras.
Aquí también desempeñan éstas esa función: la de enmarcar, sólo que, al evolucionar el diseño, los tableros se han convertido en paneles texturizados integrados por grecas en relieve. La greca como motivo ornamental ha devenido en obsesión, en frenesí escultórico. Con la greca los antiguos arquitectos zapotecas hicieron variaciones y ensayaron diversas fantasías que hacen de los muros de estos edificios verdaderas filigranas de piedra, filigranas de claroscuro que a pesar de la obra destructiva del tiempo han llegado a nosotros.
Las sombras que se producen entre sus intersticios ya no son anchas y estáticas como las que se generan en los edificios montealbanos, sino delgadas y vibrantes y esto le confiere ligereza a las masas tectónicas mitlecas.
Hay otra característica montealbana que pervive aquí: la horizontalidad. También el de Mitla es un conjunto horizontal. Y horizontales resultan algunos de sus edificios analizados aisladamente. Hay algo más que comentar, que en Mitla el gusto por ornamentar no se limitó a los paramentos exteriores sino que se extendió a los interiores, fueran estos de los patios o aun de los recintos utilizados como dormitorios. La antigua arquitectura de Mitla acusa el barroquismo de las sociedades opulentas, el barroquismo hecho delirio.
Marco Antonio Aguirre Pliego
Corresponsalía Ing. Alberto Bustamante Vasconcelos en Oaxaca.
