En el marco de la Noche de Museos de febrero de 2025, el miércoles 26 de febrero de 2025, el Museo Mural Diego Rivera, que celebró 37 años de existencia, abrió sus puertas al conversatorio “El legado de Diego Rivera en el siglo XXI”, que presentó información sobre una profunda investigación histórica, artística, técnica y analítica del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947).
El director del Centro Nacional Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (CENCROPAM), Ernesto Martínez Bermúdez, explicó que la obra se creó para el Hotel del Prado; su primera posición fue en el restaurante y, al detectar que podría sufrir daños por inestabilidad y por el humo y gases de la comida, se trasladó al vestíbulo. En 1985, el sismo del 19 de septiembre causó daños estructurales al hotel, pero no al mural, por lo que se decidió su traslado.
El 14 de diciembre de 1986, en más de 10 horas, 300 trabajadores movieron 430 metros la obra de Rivera, sin que sufriera daños para colocarla en el que sería su nuevo hogar. Era un predio vacío, en el que estuvo el Hotel Ritz, que también tuvo daños por el sismo y fue demolido.
Tomaron la palabra los científicos de la UNAM, la investigadora en Historia del muralismo en México, Arte monumental, Patrimonio y Restauración en el Arte Mural del siglo XX, Mercedes Sierra Kehoe, quien encabezó el estudio, y el jefe de Departamento de Física Experimental del Instituto de Física, José Luis Rubalcaba Sil, quienes llevaron a cabo la presentación del Análisis no destructivo para el estudio In situ del arte, la arqueología y la historia. Análisis de la técnica al fresco: Diego Rivera 1923-1947.
El legado de Diego Rivera en el siglo XXI
Fueron 19 sesiones de trabajo en el museo, con 13 diferentes técnicas de estudio no invasivas, dijo a su vez José Luis Rubalcaba. “Es la tecnología que usan los robots en Marte”. Y fue la primera vez que dicha tecnología se usaba para estudiar una obra de grandes dimensiones.
Entre los hallazgos, se determinó que Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central solo tiene 10 colores, que son los mismos que dan los puntos de atención al mural. “Saber cuáles son los elementos de los pigmentos permiten saber qué puede pasar con ellos en el futuro” y “con todo esto se puede entender cómo se trabajó este mural, cómo trabajaba Rivera y, tal vez, todos los muralistas de la época y así conocer más para una mejor conservación”, dijo Rubalcaba Sil.
En la parte histórica, Mercedes Sierra explicó que al indagar en los bienes del estudio de Rivera se encontraron los sobres donde él separaba los pigmentos que usaría cada día para cada área –tarea– que pintaba; e incluso, se localizaron paquetes completos, de una fábrica de pigmentos francesa, que localizaron y, a pesar de los años, todavía surte colores para artistas.
En total, se determinó que Diego Rivera, con apoyo de Rina Lazo, trabajó en más de 40 etapas y 70 tareas en el mural.
Se muestran los secretos
José Luis Rubalcaba comentó que, aunque la historia dice que el muralista no trabajaba con la técnica de estarcido, la cual dijo, es como calcar la obra antes de pintarla, –Rivera la aprendió cuando estudió en Europa– el escaneo en alta definición permitió ver que sí hay marcas de la técnica en la obra e incluso, se pudo determinar que, aunque el trazo era uno, el artista decidió corregir sobre la marcha, porque no era lo que quería.
Uno de los ejemplos está en el mismo rostro de Diego niño, al centro del mural, y en los ojos de Frida Kahlo, pareciera que fueran sus arrugas, pero no, vemos que son trazos que no fueron marcados al final, lo cual habla de la maestría del artista para cambiar; otro más se ve en los rehiletes, comentaron los expertos.
A su vez, los rayos X que se hicieron a la pintura, tanto para ver de otra forma los pigmentos, como para conocer la estructura, revelaron que hay fisuras milimétricas que, probablemente, causó el sismo de 1985. Al saber dónde están, se pueden mantener en monitoreo y mantenimiento constante para prevenir afectaciones mayores.