En palabras de Edgar Saavedra: “El arte de la fotografía puede mostrar y registrar de múltiples formas un fenómeno en apariencia inaprensible”
La fotografía de Tania Pastrana posee esa visión interna, y camina a paso veloz hacia una construcción artística identitaria. Pasar del documento al arte es un proceso de disparo (dicho fotográficamente) y pensamiento continuo, incesante, que debe suceder en una caja de resonancia proactiva.
La meta sectaria es que la fotografía sea un acto artístico, quizás provocador, pero siempre un ensayo vital de brazos largos que registre todo lo que pueda de la anchura del mundo. Es aquí donde la fotografía nos abre los ojos y se convierte en una necesidad por descubrir, que condimentará el paisaje automático, que será un lazarillo para las horas ciegas, un imperativo para enriquecer el breve destino humano. Librado el obstáculo ver, ahora es entender, mirar es pensar. La fotografía es ser.
Dimitrova Gallery abrió sus puertas para admirar más de 20 obras que narran su personalidad y el ojo que ha crecido en el territorio oaxaqueño.
Con una galería llena que da oportunidad y se arriesga para exponer el trabajo de muchos artistas sin importar si tiene o no trayectoria, eso es lo que gana respeto en la entidad.

Muchos artistas asistieron para conocer lo que Pastrana presentó la noche del sábado en la galería, en este septiembre, mes de la fotografía, y qué gran oportunidad para resaltar una manera de expresión que la fotografía en cualquiera de sus ramas. Y eso demuestra Tania al contar historias personales como cómo celebrar la vida en cada detalle de una mazorca que refleja su parte más allá.
El fotógrafo Alfred Stieglitz dice: “Dedicarse a la fotografía careciendo de visión interna es lo que hace que haya en realidad tan pocos fotógrafos de verdad… O es arte o no es arte. No hay nada en medio”.
Tania saca estas imágenes del diario vivir (oaxaqueño, en este caso) para darnos cuenta que el espectador ha visto y topado durante el día a esa mujer, hombre y niño sin percibir por un segundo siquiera un aviso de trascendencia, que vivimos un momento cultural, la chispa de una cosmogonía en extinción, el privilegio de entender aquel adagio de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
En esta exposición cohabitan varios escenarios. Podemos ver como lo cotidiano se encuentra en la misma orilla. Ahora, si pasamos a otro entorno de la exposición se devela el poder de difuminar el color y el sabor de la sangre en un patrón visual de inocente crueldad. El acto fotográfico transporta los contenidos objetivos a un paraje inocuo, subjetivo. Es nota roja con diferente síntesis. Aquí la tradición manda matar para comer, disfrutar y celebrar.

Sobre Tania Pastrana
Tania Pastrana es una fotógrafa mexicana originaria de Oaxaca. A la manera esencial de Stieglitz, citado precursor del reportaje gráfico moderno, sus trabajos se han caracterizado por recoger aspectos significativos del diverso paisaje cultural de los pueblos del sureste. No obstante, la muestra que se extiende a la vista es la evidencia de su “visión interna”, su manifiesto plus ultra.
Su fotografía no pretende solo retratar la realidad sino incorporar la vena artística en la imagen. Esta selección es un muestrario exquisito tanto de valor fotográfico en sí mismo como de relevantes elementos artísticos.